De congresos, exclusiones [y las mismas minorías privilegiadas]

Cultura

(San Juan, 9:00 a.m.) Con motivo del despliegue publicitario de la 2da. edición del Congreso Internacional de Escritores, Feria de Libros y Autógrafos, a celebrarse en Bellas Artes de Caguas, del 10-13 de abril de 2024, con la participación de renombrados autores procedentes de Argentina, Colombia, Cuba, España, México, Nicaragua, Francia, República Dominicana y nuestro Puerto Rico, yo, Edgardo Nieves-Mieles, que no le paso la mano ni a la mai que me parió y que no tengo injerencia alguna en las oscuras esferas del poder cultural en este amado paisito de mierda, una vez más asumo la ominosa tarea de sacudir el avispero y preguntar: ¿por qué en los contadísimos eventos de esta naturaleza que se ofician en un país cuyos gobiernos --contrario a otros países hermanos, (México, por ejemplo)-- ni incentivan ni fomentan ni auspician ni invierten en proyectos relacionados con la creación y el acervo cultural, siempre se seleccionan a las mismas personas como privilegiados participantes?

Esto genera, no sólo en los colegas y figuras estelares del mundillo literario invitados que nos visitan, una percepción estática e incompleta del panorama literario del país.

Dejando de antemano meridianamente claro que entre los participantes del patio incluidos tenemos colegas con méritos suficientes y cuyo quehacer respeto grandemente, no menos cierto es que en Puerto Rico existe otro sinnúmero de creadores escribiendo literatura viva y valiosa que no son tomados en cuenta cuando se arman estos eventos. Los que disfrutan el privilegio de formar parte de la selección bien podrían sugerir nombres de otros gestores con trayectorias y obras de incuestionable valía que sin duda enriquecerían la muestra de la oferta. Pero no, resulta más fácil permanecer apoltronado en la festinada complacencia de guardar silencio y asegurar la silla.

Más allá de los buscones de oficio, trepadores olímpicos y alzacolas con padrino de siempre (en la edición anterior del evento, una conocida y antes respetada figura de la academia cometió la más que ingenua, esperpéntica osadía de nombrar "Maestro de la narrativa contemporánea" a uno de éstos, quien por más señas es sociolisto ((sic)) y celebridad mediática metido a escritor), en este bendito suelo contamos con excelsos escritores de la talla de los narradores Juan Antonio Ramos, Ana Lydia Vega, Wilfredo Mattos Cintrón, Tomás López RamírezMagali García Ramis, Marta Aponte Alsina, Rubis Marilia CamachoMaría ZamparelliJuan López Bauzá, Francisco Font Acevedo y Pedro Cabiya, entre otros; de poetas como Salvador Villanueva, Vanessa Droz, Jan Martínez, Antonio Ramírez Córdova, Víctor Hernández Cruz, Juan Manuel Rivera, Pedro López AdornoEdgar RamírezAlberto Martínez Márquez, Gilberto Hernández y Julio César Pol; de dramaturgos como Antonio García del Toro y Carlos Canales; de historiadores como Sebastián Robiou Lamarche, Francisco Moscoso y Luis A. López Rojas, entre otros.

Ciertamente va siendo tiempo ya (¡nos urge!) de democratizar CON TINO Y JUICIO las selecciones de los autores boricuas que participan en dichos eventos de envergadura. De este modo, el público asistente y los colegas que nos visitan tendrían un abanico muchísimo más amplio del panorama y de los rostros del quehacer literario puertorriqueño.


Ñapa codística:

Por siaca, nadie se llame a engaño. No mueve mi mano el estar sangrando por herida alguna ni mucho menos revanchismos de resentido. En primera instancia, decidí corporizar el sentir por lo bajo de los muchos injustamente excluidos y, en última ídem, porque se harta uno de que nos siga tocando la parte más agria de la fruta, mientras los mismos de siempre gozan del festín para unos pocos privilegiados. 

He armado mi obra prácticamente de espaldas a los comisarios del canon y, por tanto, no me resulta extraño que mi quehacer (lo mismo de poeta, narrador, editor que de librero) sea ninguneado hasta en mi cercana presencia, a menudo con descarada vileza. Ya estoy curado de espanto. De modo tal que, ser o no ser convidado a participar en actividades controladas por grupúsculos mafiosos que ostentan algún poder me resbala por la pendiente más enjabonada de la indiferencia. Desconozco si el ningunear con alevosía la obra de los pares obedece a temor, a envidia o a la suma de ambas mezquindades. No lo sé ni me quita el sueño.

Me consuela saber que alguna vez Alfonso Reyes sentenció que “Los inadaptados son los motores de la sociedad".

He dicho. Eso era. 

Que venga el chorro, pues.