La restauración de los judíos y los iranios de Ciro el Grande

Crítica literaria
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Los recientes enfrentamientos bélicos entre los gobiernos de Irán e Israel me han llevado a pensar en una de las primeras interacciones entre iranios (persas) y judíos, la cual ocurrió en el año 538 a.C., cuando Ciro el Grande, rey de los persas, conquistó la ciudad de Babilonia y a su paso destruyó el reino o imperio neobabilónico, que en ese momento era gobernado por Nabonido. Con la caída de este monarca, los judíos (del antiguo reino de Judá) pudieron regresar a Jerusalén, comenzar a reconstruir su templo y establecer un estado vasallo que sirvió de frontera con el reino egipcio en ese momento. Eventualmente los persas conquistaron Egipto y todo ese territorio se mantuvo fiel a la dinastía aqueménida —fundada por Ciro— hasta la llegada y conquista de Alejandro Magno de Macedonia en el 332 a.C. 

El cautiverio de los judíos en Babilonia comenzó aproximadamente para el año 588 a.C., cuando Nabucodonosor II conquistó el reino de Judá y destruyó la ciudad de Jerusalén. Como era costumbre en aquellos tiempos, el rey vencedor se llevaba como su botín de guerra las riquezas principales, esto incluía los recursos humanos más preciados, entre ellos guerreros, artesanos, herreros y hasta magistrados. Usualmente, los estratos bajos de la sociedad eran dejados en el territorio conquistado, ya que no significaban ganancia más allá de los tributos a los que fueron asignados.  

Anterior a todo esto, desde cerca del 1020 a.C., se había constituido el reino de Israel con Saúl como su primer monarca. Su sucesor fue David, quien a su vez fue seguido por Salomón, su hijo. Luego de la muerte de Salomón el reino se dividió en dos entidades separadas: Israel, en el norte, y Judá, en el sur. Cada una de estas divisiones tuvo su propio monarca. El reino de Israel duró hasta aproximadamente el año 721 a.C., cuando fue absorvido por los asirios. Al pasar el tiempo, los asirios fueron derrotados por el nuevo imperio babilónico y esto implicó que los territorios del pueblo de Israel terminaran en manos de la nueva potencia.

Con el advenimiento de Ciro al poder en Persia y su rebelión en contra de los medos, pueblo iranio que en ese momento mantenía la hegemonía de la región del actual Irán, se establece lo que hasta ese momento histórico fue el mayor imperio organizado del planeta. Ciro, aunque era zoroastrista —religión antigua, que basa su doctrina en las enseñanzas de Zoroastro y que tiene un alto sentido filosófico dualista—, fue considerado por los judíos como un ungido de su dios por haber realizado los edictos de restauración del pueblo judío, que implicaron que estos regresaran a su tierra y reconstruyeran el Templo.

Debemos recalcar que los elamitas, otro pueblo de la antigüedad que ocupó el suroeste del actual Irán, no era un pueblo iranio, sino de origen semita. Los iranios —no confundir con los iraníes, que son los actuales ciudadanos de Irán, aunque la mayoría es de origen iranio— son un conjunto de grupos étnicos con un inicio común, entre ellos están los persas, los pastunes, los kurdos y los partos. Estos pueblos se autodenominaban arios (de allí lo de iranios). No es hasta mediados del siglo XIX que se consideró a los arios como una categoría racial, y de la cual surgía el hombre blanco, según lo especificó el filósofo Arthur Gobineau, autor del libro titulado “Sobre las desigualdades de las razas humanas”. Esta obra fue pilar en el surgimiento del racismo moderno.

Imagen: “La travesía de los prisioneros”, obra de James Tissot, c. 1896-1902. Actualmente se encuentra en el Museo Judío de New York.