Guerrilleros Urbanos contra el Estado

Política

La muerte del boxeador puertorriqueño, Héctor “El Macho” Camacho, ha dado de que hablar, bueno y malo, alegre y triste, por todas las direcciones. Es algo sin paralelo que asesinen a alguien tan querido y querible. En esta medida, que decir, que lo mataron, que murió, que ya no está, y que siempre lo recordaremos, pues en este momento de su muerte, su presencia nacional fue re-expuesta y se convirtió en leyenda.

Ahora bien, ¿quién lo mató? Esta parte es la que a mi me tiene intrigado. ¿Cómo será posible que lo asesinen y al día de hoy, la policía no tenga la más mínima idea de quien lo hizo? Dos jóvenes se auto-confesaron no responsables, llegaron hasta el cuartel de policía más cercano, asistidos por un abogado, e indicaron que no tenían nada que ver con el asunto. La policía los dejó ir, y así las cosas, fueron luego detenidos por otro evento, no relacionado, donde tal parece que habían intentado asesinar a otra persona.

Lo interesante de este asesinato, y otros 860 que han ocurrido este año en la isla, es que sólo en el 27% de los casos, el estado tiene capacidad de resolver el evento. En el resto no la tiene. Pero más interesante aún, la forma en que se conducen los asesinatos, todo indica que han sido producto de reflexión, buena planificación, acecho no restricto, entre otros factores. En fin, que se trata de unos guerrilleros urbanos que se mueven y campean por su respeto y sobre todo su impunidad.

Hace unos años trabajé en Irlanda del Norte. Allí, al final del conflicto armado de dicho país, logré participar en los procesos de reintegración de los ex–combatientes del conflicto armado. Cuando escuchaba sus anécdotas, me di cuenta de la debilidad de la potencia imperial del Reino Unido – país que intentaba aplacar a estos grupos armados.

Ahora reflexiono desde Puerto Rico y me doy cuenta que el estado, colonial e imperial en nuestro caso, es completamente débil a la hora de resolver el problema de la criminalidad. Han sido un desastre. Al punto, que la bala se lleva por delante a cualquiera. Me pregunto en este momento de honra al Macho Camacho, ¿no será útil pensar en otra forma de controlar la criminalidad que prescinda del estado? La contestación está aún pendiente.