Puerto Rico y su nuevo gobierno: ¿Un nuevo resurgir?

Política

Hace unos años, un gobernador al terminar su mandato comentó que Puerto Rico se había convertido en un país ingobernable. Hace 20 años desde que Rafael Hernández Colón hizo el comentario en una entrevista periodística, y son más de siete en los que se vive bajo una economía desplomada en la Isla del Encanto, para no mencionar una galopante criminalidad y una desgarradora crisis social. Dentro de este ambiente de desesperanza, una cultura política que alimenta la corrupción y que anula el debate inteligente imposibilita la sana convivencia, discusión y sí-- ¿por qué no decirlo?-- el buen gobierno. Esperemos que para bien, ayer se inauguró otro gobierno, el cuarto en 12 años. Juramentando como gobernador ante un público entusiasta se encontraba Alejandro García Padilla, otro hombre joven con un discurso lleno de bríos y una familia joven, tal como fue el caso de dos de sus predecesores.

Un tribalismo político que desafía el buen sentido ha desteñido el optimismo del puertorriqueño de salir del sumidero, y era de esperarse que brillasen los ojos de muchos espectadores cuando García Padilla se remontó a tiempos pasados y heroicos en la política puertorriqueña cuando Puerto Rico se levantó de la Gran Depresión, de ser una desoladamente pobre sociedad agraria para convertirse en una industrializada con una clase media robusta gracias a un movimiento encabezado por el Partido Popular Democrático (PPD), entidad que García Padilla preside. El éxito del partido en sus inicios dependió de romper el impasse que existía en la política puertorriqueña. En noviembre, el PPD triunfó en unas elecciones generales cerradas tras una campaña en que pareció desinflarse hacia el final debido al pobre manejo de la imagen de su principal candidato.

También, estas elecciones hicieron evidente que el Partido Nuevo Progresista del derrotado ex Gobernador Luis Fortuño es el partido más fuerte de la Isla. En la contienda participaron cuatro otros partidos. En los pasados cuatro años tanto el Gobierno Central como la Legislatura se caracterizaron por su ineficiencia, acciones represivas contra las minorías, gobernar tras bastidores, corrupción y por mendacidad, especialmente la del mismo Fortuño. En parte, el problema económico que sufre la Isla va a la par con el que sufre el resto del mundo, pero Puerto Rico sufre de un problema económico estructural ante el cual Gobierno de Fortuño no tenía respuesta. García Padilla habló de superar “el lastre partidista” y “la rivalidad mezquina” entre los dos principales partidos, lo que imposibilita la unidad de propósito entre los líderes electos. Hizo eco de un tema que resaltaba el fundador del PPD, Luis Muñoz Marín, cuando predicaba que la solución de los problemas de Puerto Rico estaba en los mismos puertorriqueños. “La solución está en nosotros…la fortaleza está en nuestro propio país”. Por otra parte, dijo que “Los problemas de Puerto Rico no se resuelven con el ruido de los políticos en nómina” en los debates ruidosos en la Legislatura. “Si alguna (la gritería en la sede legislativa) sirvió de entretenimiento ya no divierte al país”, dijo el otrora senador.

Enfatizó que había que buscar soluciones para la economía, la salud y la educación, los que caracterizó como los problemas más apremiantes para la ciudadanía. No discutió el problema de las relaciones de la Isla con los Estados Unidos, a pesar de que se refirió a este territorio norteamericano como una nación en par de ocasiones, y resaltó la cultura y la capacidad de los puertorriqueños ante la adversidad. El nuevo gobernador también habló de lo apremiante que era para Puerto Rico desarrollar su agricultura, algo que no atendió el saliente Gobierno.