Lo que Bolívar soñó...

Cultura

alt"Estamos en el Caribe. Aunque en el interior es mas como Nigeria. Yo no he estado en Nigeria. Pero es como lo que me imagino es Nigeria," me dijo el joven expatriado. Yo tampoco he estado en Nigeria, ni en ninguna otra nación Africana. Pero Suriname es sin duda África. Suriname es África como Jamaica, Trinidad, Puerto Rico, Cuba y la República Dominicana llevamos a África en las venas. Aun si tiene pocas costas icónicas que puedan considerarse playas, Suriname es sobre todo Caribe. Y en mi opinión, Suriname es también muestra de la diversidad de nuestra América.

Una vez noté que los cementerios en Suriname están prácticamente abandonados a la suerte que les ofrezca el clima tropical. "Es como si cuando mueres, las personas vivas te olvidan," dije. Ciertamente, es una proposición extraña, si tu referente, como el mío, es Latinoamérica. "Suriname no es Latinoamérica. Suriname es Caribe," fue la respuesta que recibí en aquel momento. Después de todo, Suriname no habla un idioma de esos considerados romances y el legado de la iglesia católica es apenas discernible. Es eso lo que nos hace Latinoamericanos/as? No lo sé. Creo que debe ser más complejo que eso. Tantas fronteras han sido creadas arbitrariamente. Es claro que el imperialismo holandés interactuó de manera diferente con las personas que forzó a trabajar la colonia y sus plantaciones. Incluso, daría la impresión (sin haber investigado a fondo) que contrario a Españoles y Portugueses, los Holandeses casi no se establecieron de manera permanente en el país.

"Estamos en Latinoamérica," me dijo una compañera cuando le pregunté porque en Suriname las escuelas intermedias enseñan español. "Es importante comunicarnos con nuestros vecinos." Pero los vecinos más cercanos a Suriname hablan inglés (Guyana), francés (Guyana Francesa) y portugués (Brasil). De éstos, sólo el inglés, aparentemente el idioma mundial de las personas que necesitan comunicarse en un idioma distinto al propio, se enseña también en las escuelas Surinamesas.

"Depende de a quien le preguntas," fue la conclusión cuando le pregunté a otras personas si consideraban a Suriname parte de Latinoamérica. "A veces somos Latinoamérica. A veces no lo somos." Y aunque los títulos, libros, políticos o estructuras internacionales no se posicionen al respecto, me parece claro que un choque violento de culturas similar al sentido en todo el continente, se sintió en Suriname. La misma sangre corrió por sus ríos. La misma lucha por la sobrevivencia ocurrió en sus bosques. Suriname vive con las consecuencias de una historia de coloniaje paralela a la de toda Latinoamérica. Porqué no habría de ser una de las nuestras?

"Usted es Latinoamericana," me dijo un completo desconocido cuando me senté a descansar cuando la percusión de los tambores tomó un descanso. "Puertorriqueña," afirmé. "Lo sabía. No se mueve como Europea," fue su respuesta. Las comunidades cimarronas de Suriname pueden parecerse a las comunidades de muchos países Africanos y las comunidades Amerindias se parecen a muchas comunidades tradicionales que nos han dicho que han desaparecido. Si te das la oportunidad de observarlas y escucharlas, puedes sentir las raíces del Caribe y las raíces del Caribe son también las raíces de mi Latinoamérica.

El pasado lunes 1ro de julio, Suriname celebró uno de sus feriados más importantes. Keti Koti significa "cadenas rotas" y conmemora la abolición de la esclavitud, decretada oficialmente en 1863 y más concretamente realizada 10 años más tarde cuando culminó el periodo de transición determinado por ley. Personas de herencia indígena, asiática, europea y africana ocuparon las calles utilizando las variadas vestimentas tradicionales de las múltiples culturas que componen la diversidad Surinamesa. En especial, me llamaron la atención las muchas personas que eligieron vestir el traje tradicional de otra herencia que no necesariamente era obviamente la propia. Entre ellas, las personas hindustaníes o javanesas que acompañaron a la multitud utilizando los pangis, kotos y anguisas que tradicionalmente vestían las personas negras en la época de la esclavitud; o las personas negras que escogieron participar en vestimenta indígena. Nuevamente, dando cátedra de diversidad, Suriname me enseñó que la libertad de unas personas es la libertad de todas. La celebramos colectivamente porque nos pertenece a todas las personas de todas las culturas y creencias. Y creo que cualquier nación en nuestro hemisferio que haya aprendido esta lección, se ha ganado el derecho de sentarse a la mesa como igual.