Los Estados Unidos y los derechos civiles ante el ataque al centro naval

Justicia Social

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Es sin duda una desgracia lo que ocurrió hace unos días en el “Navy Yard” de Virginia, centro de operaciones de la marina estadounidense. Un exmilitar que fungía como contratista entró a la instalación y comenzó a disparar, matando a 13 personas e hiriendo a tantos otros. Se sabe ahora de los problemas del atacante Aaron Alexis, quién murió en la escena sangrienta que él había creado; sufría de una condición psiquiátrica severa y había estado involucrado en otros incidentes de violencia de armas.

Lo que me preocupa es que los norteamericanos, ante este último ataque, abandonen su preocupación sobre la pérdida de privacidad y posibles transgresiones de derechos civiles por parte del Gobierno de Estados Unidos.

Al parecer Alexis tuvo acceso al edificio porque estaba trabajando en las instalaciones. Ya había indicios de que este señor no estaba muy bien. Les había dicho a conocidos que oía voces que le hablaban directamente. Estas, dijo, provenían de las paredes y el techo del Navy Yard. También se sabe que tenía un extenso record disciplinario cuando estuvo en la marina norteamericana. Me puse a leer los mensajes de lectores en las páginas de web de los distintos periódicos estadounidenses y vi unos que mostraban mucho coraje hacia el gobierno. Estos mensajes electrónicos se quejaban, entre otras cosas, de la laxitud de las leyes de armas a través de la nación y que el Gobierno ha debido de saber que le estaba dando acceso a un demente a las instalaciones. El tono de los mensajes fue un tanto distinto al que se desprendía cuando se sentenció al militar Bradley Manning a 35 años de cárcel por filtrar documentos clasificados al controvertible WikiLeaks. Las reacciones a Manning y a Edward Snowden, que como contratista también dio publicidad a unos documentos secretos, tenían un aire de desaire ante la afrenta a la patria. Sabiendo el temor que se ha desarrollado en los Estados Unidos desde el ataque de 9/11, puedo entender esa reacción. Sin embargo, entre esos vi mensajes de indignación ante los esfuerzos del Gobierno de coartar la privacidad de sus ciudadanos al someter a escrutinio gubernamental las comunicaciones telefónicas de una manera amplia y no selectiva.

Espero que el ataque de Alexis y el de la maratón de Boston no confundan a los norteamericanos en cuanto a lo que están dispuestos a ceder de sus libertades civiles. Todo tiende a indicar que el ataque de Boston fue la obra de dos muchachos sin mucho juicio y no de una red de terrorismo internacional. Es entendible que los norteamericanos se sientan acosados (desde la Guerra Fría muchos juran que el mundo entero los odia), pero hay que examinar si la cultura de seguridad en los Estados Unidos ha tornado la balanza entre seguridad y libertades civiles hacia el control desmedido de la ciudadanía. También cabe mencionar la violación de derechos humanos en la Base Guantánamo con unos detenidos catalogados con el nombre de “combatientes enemigos”. A la mayoría de estos, muchos de los cuales fueron torturados, no se les ha acusado formalmente de ningún delito. Igual de chocante fue la tortura de varios detenidos en la cárcel de Abu Ghraib. Muchos norteamericanos han mostrado incomodidad ante las posibles violaciones de derechos humanos de parte del gobierno de su nación, la que se jacta de ser el bastión mundial de la libertad. Que no se confunda nadie, el debate sobre la balanza ente seguridad y libertad tiene que seguir. Espero que en su día la mayor parte de los estadounidenses suenen la voz de alarma.