¿Quién es Cultura?

Cultura

altLa pregunta fundamental al momento de hablar de política cultural debe ser, ¿sobre qué cultura estamos hablando? Al hacer el nombramiento de los encargados de la política cultural en Puerto Rico surgió, acertadamente, un reclamo por el negro de nuestra cultura. Es cierto que esa ausencia denuncia una presencia de la cual no hemos podido escapar aún.

Esta denuncia, que nos recuerda que no tenemos una sola cultura puertorriqueña, tiene un reclamo más profundo. ¿Dónde está el dominicano, el haitiano, el americano, el obrero, el joven y todos los demás en la cultura o en la política cultural de la isla?

La necesidad de la cultura es inescapable. Tenemos que seguir construyendo una cultura que nos acoja a todos. Desde la perspectiva de los derechos humanos hemos avanzado a la tercera generación de derechos que son los derechos culturales. El problema surge cuando en ese proceso excluimos a aquellos que no son nosotros. Este comentario es un reclamo por espacios democráticos de cultura. ¿Es posible imaginar una cultura que se construya a partir de la calle y no de las élites? ¿No es un poco redundante escuchar la crítica cultural de que nadie lee, de que no se transmiten programas de ciertas tradiciones, que no hay interés en la cultura? ¿No será, más bien, que ciertas manifestaciones realmente no son cultura puertorriqueña? ¿Por qué sólo ciertos autores deben ser leídos? ¿Por qué un tipo de música sí es cultura pero la otra no lo es? ¿Quién decide lo que es la cultura puertorriqueña?

Así, este comentario se extiende a un espacio mayor. ¿No es cultura nuestra lo escrito por autores dominicanos que viven en Puerto Rico como Miguel Angel Fornerín? ¿Y Daniel Nina, ese caribeñísimo, es cultura nuestra? Y nuestro instituto, ¿no debería ser de Cultura Caribeña? La dominicanidad de la diáspora, la haitianidad del exilio, la cubanidad o la americanidad de los que se han caribeñizado, ¿No son también cultura puertorriqueña? La pregunta por la cultura se hace cada vez más compleja.

Cuando el estado quiere controlar la cultura hay que tener cuidado. No se trata de levantar una paranoia acerca de la incursión del poder estatal en el ámbito de la cultura, cosa que es bastante común, sino de que hay que mirar con cuidado cómo se relaciona ese poder con la construcción de la identidad cultural. En el contexto de Puerto Rico la condición colonial impregna todo ese proceso. El dominio del ámbito cultural puede ser utilizado para legitimar ejercicios de poder ilegítimos. Por otro lado la exclusión de actores culturales necesarios sirve para delimitar el poder de la propia cultura. Así, ante este riesgo, tenemos que preguntarnos por la identidad de eso que llamamos la cultura puertorriqueña. Ante un estado con poder para definirnos tenemos que dejar la pregunta abierta, ¿Quién es cultura?