La apuesta de los EE.UU

Política

altEs difícil entenderlo, pero la crisis de los EE.UU nos tiene a todos en una precaria situación. No es fácil predecir cómo termina esta crisis política entre el poder ejecutivo de los EE.UU y el poder legislativo. Lo cierto es que el tranque entre ambos poderes, en torno a la reforma de salud del presidente Barak Obama por un lado, y la inhabilidad de resolver el asunto del presupuesto y la deuda constitucional de dicho país, nos impone a todos en la periferia una presión con la cual no deberíamos de vivir. Pero así son las cosas, en un país medio en quiebra financiera, llamado Puerto Rico, sin atributos soberanos reales, su poder metropolitano, Washington, se encuentra parcialmente cerrado y sin visos de superar la situación.

Este momento me acuerda mis tiempos en Africa del Sur, cuando vivía allí entre el 1990 y aún se convivía con el régimen del apartheid aunque en transición política hacia una sociedad democrática. La idea de que los blancos en ese momento de transición política (1990 a 1994) aún pudieran participar de forma privilegiada sobre unos quehaceres de la vida política nacional, se examinaban desde mi óptica como visitante en dicho país, de forma muy crítica. Se trataba de un régimen no sólo racista, sino pobremente democrático.

Algo de esto veo en la presente coyuntura. Los que vivimos en el territorio-colonial de los EE.UU, vemos como el presidente Barak Obama negocia con el líder del congreso, John Boehner, el cierre o apertura de dicho gobierno. Mientras nosotros en Puerto Rico esperamos una solución a este conflicto que no encuentra solución.

Lo interesante es si nos pudiéramos plantear un tipo de democracia sin los americanos. Eso me parecería más interesante. En la medida que los fondos federales se han ido reduciendo consistentemente, peleamos por unas cantidades económicas que en algunos renglones de nuestra economía nacional ya dejan de ser significativos.

Entonces, ¿no será momento de exigir otro acuerdo político con los EE.UU? A lo mejor estamos ante el umbral de un proceso de distanciamiento con la metrópoli. A lo mejor.