Voz esencial de la poesía contemporánea: Elizabeth Cazessús (Parte final)

Cultura

En esta parte final de nuestra conversación con la poeta mexicana Elizabeth Cazessús, ella devela y revela su misión como poeta, ya sea acompañando a la voz mexicana y universal de Carlos Monsiváis, o cuando se acerca a la página en blanco o declama con fuerza, con esa insobornable fortaleza que otorga el sentido necesario de justicia y compasión, su pieza Los indignados en la Ciudad de Nueva York.

Aquí, en el Post Antillano, y como parte de Servicios de Prensa Cultural, comparto con los lectores las reflexiones de una voz esencial de la poesía contemporánea: Elizabeth Cazessús.

CARLOS ESTEBAN CANA: Cuéntame, ¿cómo fue esa experiencia de colaborar creativamente con Carlos Monsiváis?

ELIZABETH CAZESSUS: Con Carlos Monsiváis participé en una lectura alternada en una conferencia llamada MAMA SOY PAQUITO. Fui invitada a través del Lic. Pedro Ochoa, (quien ahora funge como director del Centro Cultural Tijuana), y en ese tiempo estaba como representante de mi país, en el Consulado General de México en San Diego, California, promoviendo  a escritores y artistas dentro del programa ROSTROS DE MEXICO. En esta ocasión Carlos Monsiváis fue invitado a presentar una conferencia que denominó MAMA SOY PAQUITO, con el tema de las razones de la lírica popular mexicana. Una conferencia que a la manera de Carlos, fue un viaje  por la historia, un rescate  voces, libros de poesía y autores; y que por lo tanto, contenía fragmentos de poemas que hicieron historia en la lírica popular de México. Al principio, este trabajo me pareció un reto inesperado, no sabía si yo quedaría. Por si no sabes Carlos Monsiváis, como gran lector, era muy exigente. Me lo hizo saber, el Lic. Pedro que Carlos me iba a probar a ver si le gustaba mi voz y sentido de la lectura. Imagínate! Hasta miedo me dio, pero obviamente si me interesaba trabajar con él. Fue una gran prueba para mí. Me mandaron la entrevista con los poemas que me tocaría leer y me puse a ensayar. El documento de la conferencia me hizo  volar a mi infancia, a mis primeras lecturas en la escuela primaria. Me ilusioné mucho con esto, pero aún faltaba que me aprobaran.

Llegó la entrevista con Carlos y me puso a prueba dos poemas muy distintos en tonalidades, ritmo y voz; el primero, “El Brindis del Bohemio”, y “Metamorfosis” de Luis G Urbina, y mientras leía me miraba con ojos acuciantes, luego me dio a “Los amorosos” de Jaime Sabines. Hubo un silencio después de mi lectura, pero me aceptó inmediatamente. La conferencia era un análisis y exposición que explicaba las razones de la popularidad y una selección de poemas que fueron cultura popular, con diversas causas que Carlos Monsiváis enumeró de la siguiente manera: el convenio de grupos, gremios, familias, sectores sociales; poemas registrados en los libros de texto que, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, eligen poemas que los niños memorizan por obligación; el convenio de los declamadores que prefieren textos de eficacia probada y los repiten hasta volverlos instituciones del gusto; la utilidad de los poemas en algunas de las grandes situaciones: la velada familiar, las sesiones hasta el amanecer que mezclan el trago con los atisbos súbitos de la belleza verbal, el intercambio epistolar de los enamorados; la necesidad de habituarse a los distintos ritmos del idioma; el gusto por las metáforas, indispensables en la revisión diaria de las visiones de lo real.

De esta manera en la conferencia se incluía una lectura, alternando poemas desde el  siglo XIX, con autores iberoamericanos, como Gustavo Adolfo Becquer, (1836-1871) hasta Jaime Sabines. La crónica de autores y poemas fue una avalancha de voces, entre estos dos autores, como Manuel Acuna con su poema cumbre “Nocturno a Rosario” (1849-1873); otra grande del s. XIX, Jose Zorrilla, con su “Juan Tenorio”, y así te puedo enumerar larga lista de más de 15 autores y poemas como: “Reír llorando” de Juan de Dios Peza, todos y cada uno singularmente ubicados en su espacio tiempo, de la historia de la lírica mexicana. La experiencia en si fue muy rica y con una gran enseñanza, no es fácil estar con un autor tan prolífico en lecturas, con tanto conocimiento y peso en la historia de la literatura, un archivo humano, analista y crítico, único en México como Carlos Monsivais. Fue su última conferencia en el norte antes de su fallecimiento, por lo que me siento orgullosa y honrada de haber participado con uno de los grandes “Rostros de Mexico”. Todo este trabajo está documentado, tengo una grabación y fotos en el teatro de la Universidad de San Diego, California.

CEC: Quizá lo hemos hablado de manera indirecta en las preguntas anteriores pero reformulemos… ¿Cuándo escribe Elizabeth Cazessús tiene algún ritual particular a la hora de acercarse a la pantalla, a la página en blanco? ¿Qué tan frecuente se destila lo vivido, lo anotado, en el papel? ¿Re-escribes? Háblanos de tu proceso creativo.

EC: Este ritual ha ido cambiando. Curiosamente mi próximo libro habla de este procesos creativo, un libro inédito de 77 páginas.

Cada poema habla de ese acercamiento a la página en blanco. Tengo un diario de más de 15 años, que me hace ver a mí misma este proceso, los primeros atisbos de la incomprensión o lo incomprendido que es el poeta o el escritor; tan solo por acercarse a las páginas, por querer guardar rincones para sí mismo y anotar sus pensamientos, o fragmentos de la vida interna o esos shoks de realidad que te hacen volver a la página. Son muchos los momentos que te puedo describir de este ritual particular, y que están escritos en este libro inédito; frente a los renglones de un cuaderno, a la carpeta de hojas en blanco. Sigo escribiendo a mano, en cualquier lugar que me asalta el deseo, y directamente a la pantalla del ordenador. He vivido varios roles en la vida. Como poeta, lo que he ido identificando a lo largo de los años, es ese vuelo interno, ese vivir en el vértigo, ese estar suspendida en el vacío, siempre. Y cuando me siento avasallada por el exterior, cuando vivo fuera de mí, empiezo a sufrir una incomodidad, como un sentimiento de inutilidad; y entonces sé que tengo que volver, despojarme de todo y de todos, volver a la página, a mi soledad, o hacer un viaje interno, una especie de inmersión al océano como lo hace una loba marina.

CEC: En la ocasión más reciente que he tenido la oportunidad de escucharte, en el Festival Latinoamericano de Poesía en la Ciudad de Nueva York, hace unos meses, leíste una pieza singular. En el auditorio pude ver la identificación de los presentes con tu poema Los indignados, que a mí me resultó como una especie de manifiesto personal. Una bitácora, una hoja de ruta condicionada por eventos globales y que a la vez, e irremediablemente, condiciona también la mirada de una escritora actual, como tú. Quiero que compartas en esta parte final de la entrevista algunos detalles de esa largo y emblemático poema: Los indignados.

EC: Este poema nació como una respuesta a lo que he vivido como ciudadana, como observadora de la sociedad mexicana, como maestra frente a grupo, como lectora rebelde frente a los movimientos sociales que están sucediendo actualmente en el mundo, desde la caída del muro de Berlín, desde el atentado contra las torres gemelas de Nueva York. La llamada globalización nos vino a confirmar la crisis del sistema capitalista; como tal estamos avasallados por tormentas de injusticia, por tsunamis de información y hambre de comprensión; imposible en estos tiempos no tener una mirada crítica ante el desbalance de la administración de la justicia, el abuso a los derechos humanos, a la imposición de una política en decadencia y la explotación de los recursos económicos y humanos en favor de la oligarquía mundial. En México como en el mundo, todos los movimientos sociales que se han generado provienen de estas causas, por eso en este poema/manifiesto se ve reflejado todo aquel ciudadano consciente del mundo que está viviendo; los efectos de un pensamiento fragmentado, simulado, de doble moral, conveniente a los intereses del poder. El hombre como género en su afán de poder puede seguir destruyendo el mundo, explotando la naturaleza, al ser humano, y esto me parece de una ceguera irreversible, imposible de concebir y tolerar.

La indignación se hizo sentimiento global, y  lo que pasó en México no fue menos indigno por la forma en que se desarrolló el último cambio de sexenio, la burla una vez más de la pseudodemocracia, que sueña un concepto sin contenido; el poder de lo falso avasalló con  toda la retórica del partido en el poder, frente a la guerra contra el narco, que hemos vivimos como una traición a  la patria. La otra traición fue para a toda una generación que trabajó por el cambio con López Obrador para presidente, y antes lo fue Cuauhtemoc Cárdenas. Los gobiernos derivados del PRI o el PAN, conocidos por sus orígenes y formas seguirán, en franca o cínica simulación pólitica, dentro de este estancamiento que no parece tener remedio, haciendo loas a la ignorancia llevando a Los Pinos, (2012) a un presidente que no sabe leer, ni tiene en su memoria un mínimo de cinco títulos leídos dentro su carrera política. En México, el discurso político se ha convertido en marketing. Por todos lados ves la escena hollywodesca, o los “escenarios políticos” que arma Televisa.  ¡Es terrible!

Los indignados nació con este espíritu de resistencia, como una denuncia ante la impunidad, un grito compartido a los cuatro puntos cardinales y que tuvo resonancia en varias ciudades, tanto en encuentros, como en mítines políticos. La tarea del poeta es seguir haciendo poesía o filosofía, con un espíritu crítico, trabajando día a día, organizando el pensamiento ante tantas mentiras.

La identificación de la que tú hablas, con esta audiencia de poetas latinoamericanos en el encuentro de Nueva York, se debió quizá por el deseo de rescatar esta valía como sociedad, como ciudadana del mundo, ante el atraso, el desfase de un “colonialismo global” en tiempos posmodernos y la vida seca del “time is money”; por demostrar quienes son los enemigos de la humanidad y de los pueblos; haciendo una voz para no morir de hambre y de impotencia, y que a todos nos indigna.