Hágase su voluntad: El Festival de la Palabra

Cultura

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Ayer concluyó la cuarta edición del Festival de la Palabra, evento que desarrolla la entidad sin fines de lucro Salón Literario. Se trata de una convocatoria la cual en cuatro ediciones, un colectivo de trabajo y voluntarios, bajo la dirección de la escritora Mayra Santos Febres, ha puesto en escena este encuentro el cual convoca tanto a escritores internacionales como a escritores locales.

A pesar que el encuentro ha ido variando en tamaño, ambición protagónica, y sobre todo en el lugar donde se presenta (por los pasados dos años en el Museo de Arte de Puerto Rico), hay que reconocer que el mismo ha desarrollado una presencia importante en el quehacer cultural y de la escritura en Puerto Rico.

Luego de este fin de semana, y si fuéramos cristianos creyentes, tendríamos que alegar como en las santas escrituras, que la referencia va hacia la voluntad comprometida. Es decir, el Festival de la Palabra en esta edición sí logró consolidar una cosmovisión de que el quehacer narrativo y literario en Puerto Rico lo trazan ellos. En esta medida, y lejos de promover las diferencias es mejor promover lo común dentro de estas: todos y todas los que asistimos a esta edición del Festival de la Palabra, lo hicimos inspirados en forjar un mejor país a partir de la producción literaria. Para los organizadores entonces, hay que reconocer que sí han logrado establecer una marca significativa.

Ahora bien, si pensamos que el Festival de la Palabra es un enclave cultural de los sectores que lo organizan, y esto no causa molestia, pues entonces celebremos la diversidad. El Festival de la Palabra co-existe con varios otros festivales o ferias de escritores que también se desarrollan en el país, como la Feria del Libro de Puerto Rico, el Festival el Sur visita al Sur, y otros de menor presencia que también se llevan a cabo de forma anual.

Nos parece que la crítica presentada en particular al Festival de la Palabra, la cual se puede extender a los otros encuentros literarios en la isla, está enmarcada en función de quién y cómo se seleccionan a los invitados. Para un país que ha demostrado que tiene una cantera de personas que reclaman ser escritores, los procesos de marginación y exclusión de la vasta gama de talentos, es algo que nos hace pensar de forma problematizada.

Por otro lado, la invitación a realizar un encuentro tan costoso, en el pago de honorarios a los escritores, pasajes aéreos, estadía, y más que nada los salarios a los organizadores (algunos de ellos empleados públicos dentro de agencias o entidades del estado), es algo que podría repensarse para el futuro. Posiblemente estos dineros podrían utilizarse para promocionar más la lectura en los distintos sectores sociales del país. Esto es importante destacarlo, pues el festival es altamente subvencionado con dineros públicos, y hacer esto para enriquecimiento de unos pocos, no es necesariamente lo correcto.

Dicho lo anterior, deberían incorporar algunas de las observaciones que las personas externas al festival, han propuesto. Esto ayudaría a superar muchas de las diferencias hoy existentes.

En la medida que los organizadores incorporen las críticas de aquellos que se han distanciado de este evento, podrías contemplar la posibilidad de que el Festival de la Palabra en su edición 2014 crezca y sobre todo se consolide. Ya veremos cómo se cuece la palabra en los próximos meses.

Los aciertos son muchísimos, y posiblemente dejen muy en la distancia a los desaciertos. Uno de los elementos más interesantes de esta jornada del festival, fue la presencia de los estudiantes del sistema de educación pública del país. Sobre 3000 estudiantes pasaron por la jornada del festival. Esto le da un sentido de relevancia muy valioso.

En fin, que como todo buen cristiano, hay que promover la paz y la reconciliación entre los que han tenido diferencias con el Festival de la Palabra. No obstante, las críticas deben ser escuchadas por los organizadores y estos, para mantener su relevancia y presencia en el país, deberían de incorporarlas.