El gobierno de la República Popular China, hace unos días le solicitó al gobierno de los EE.UU, que resolviera su crisis actual en torno a la restructuración de la deuda pública soberana. Es decir, el gobierno de un país extranjero se ha metido a opinar que la deuda de los EE.UU se resuelva.
En el caso de China hay varias preocupaciones en torno al incumplimiento de las obligaciones financieras de la principal economía del mundo, efectos que se materializan este 17 de octubre, de no llegarse a un acuerdo a la medianoche del 16 de octubre entre el presidente Barak Obama y la Cámara de Representantes, por vía de su líder cameral, John Boelhner.
Al día de hoy, y salvo que estén cocinando algún acuerdo de último minuto, es poco lo que podemos expresar con esperanza en torno a la reconciliación entre los congresistas y el presidente. Aunque ha surgido un grupo de reconciliación en el Senado de los EE.UU, no existe ningún plan acordado y firmado entre las partes. Por lo tanto, el incumplimiento del pago de la deuda soberana, efectivo en apenas 72 horas, sigue en pie.
La pregunta, la clave en la conversación, es ¿Cuál es la consecuencia de la presente situación para nosotros en Puerto Rico? Lo interesante es que de haber incumplimiento de deuda el próximo 17 de octubre, el gobierno de Puerto Rico no nos ha explicado cuáles serán las consecuencias para la isla. En esta medida, todos y todas estamos en la parte menos visible de los entendidos sociales y económicos de esta crisis. No sabemos si cierran permanente algunos servicios, como los Head Star, o si el Morro cerraría de forma más prolongada.
En esta medida, deberíamos comenzar a conversar, de forma colectiva a nivel público y desde la sociedad civil, en torno a tener planes de contingencia si se da el incumplimiento de pago de la deuda soberana (la deuda del gobierno ante terceros) este próximo 17 de octubre. Busquemos soluciones antes de confrontarnos con situaciones que no podremos controlar.