La Revolución Guatemalteca: Difícil Coyuntura

Política


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Guatemala, 20 de octubre de 2013. Ayer se conmemoró en Guatemala la revolución de 20 de octubre de 1944. Allí, militares disidentes, estudiantes, y profesionales liberales, liderados por el Capitán Jacobo Arbenz, derrocaron al dictador Jorge Ubico para dar inicio a la década más progresista del país, la primavera de Guatemala. El objetivo de la revolución era sacar al país del estado oligárquico y cuasi-feudal en que se encontraba para propiciar una reforma social-democrática inspirada en el Nuevo Trato del Presidente Roosevelt.

Por los próximos diez años, el gobierno propulsó cambios fundamentales en cuanto la democracia, el campo laboral, la seguridad social, y la política monetaria-fiscal mediante la creación de instituciones centrales de control fiscal. La oligarquía las toleró hasta que Arbenz impulsó una reforma agraria que aspiraba aumentar la productividad de las tierras y el nivel de vida de los campesinos mediante la expropiación de las tierras improductivas y su cesión en usufructo a los campesinos. La reforma causó el derrocamiento de Arbenz por la oligarquía guatemalteca y el gobierno de Estados Unidos. En particular, la United Fruit Company, haciendo creer que mediante las expropiaciones Arbenz se dirigía al comunismo, logró que Eisenhower autorizara a la CIA apoyara un ejército paramilitar que en el 1954 dio un golpe de estado,  derrocando a Arbenz.

Por los próximos 40 años Guatemala se caracterizó por una confrontación sin tregua entre las fuerzas militares del ejercito y el movimiento guerrillero, ya formalmente apoyado por Cuba a partir de su propia revolución.  El nivel de violencia y violación de los derechos humanos de la población llegó hasta tal extremo de brutalidad que en el 1979 el propio presidente Jimmy Carter discontinuó la ayuda militar y financiera de la CIA al ejército guatemalteco. Los dirigentes de Guatemala, no obstante, con la excusa de la amenaza comunista, continuaron con una campaña militar típica característica del genocidio. Durante este periodo exterminaron todos los movimientos sociales e indígenas de protesta, desaparecieron 443 aldeas indígenas, y provocaron el desplazamiento hacia México de alrededor de 450,000 indígenas maya.

 Al día de hoy hay que reconocer considerables mejoras. En el 1995, se adoptó una nueva Constitución de franco corte democrático.  A partir del gobierno de De León se dio vigor a un proceso de paz genuino con la participación de las Naciones Unidas y en adelante se firmaron acuerdos sobre derechos humanos, derechos de indígenas, acuerdos socio-económicos, reformas agrarias, el restablecimiento de personas desplazadas,  y el esclarecimiento histórico.

No obstante, la situación sigue precaria.  Al día de hoy es válida la pregunta sobre si el modelo guatemalteco es preferible al boliviano o al cubano, entre otros. Guatemala sigue siendo uno de los países más pobres del continente. Los mayas componen el 40% de la población pero siguen siendo discriminados económica y culturalmente, con una deficiente educación propia, 20% de analfabetismo, grandes tasas de desempleo, marcadas disparidades económicas, políticas y sociales. El gobierno dominado por una clase dirigente criolla está marcado por la corrupción gubernamental, la carencia de un plan de ayuda social para familias de bajo nivel económico y una enorme delincuencia organizada alrededor del narcotráfico. La seguridad social está en precario y permea el país unas pandillas denominadas "maras" que controlan áreas importantes. Por estas razones, hoy en  la Plaza de la Constitución, en vez de una celebrar el 1954, lo que se dió fue una manifestación anti-estatal. ¨Mientras haya pueblo, habrá revolución,¨ gritaban.  Mientras el pueblo siga pobre y abatido querían decir. Y a pesar de sus mejoras, al día de hoy, el pueblo de Guatemala sigue así. Esta por verse como sala de su coyuntura.