Breves en la cartografía cultural: Puerto Rico, una literatura en diálogo con el mundo

Cultura

Después de unas ocupadas semanas como escritor en la Gran Manzana, con la presentación que gestionó el editor Carlos Roberto Gómez para Universos en la Feria del Libro Dominicano, y los recitales de los que fui partícipe en la Librería Barco de Papel, en la Columbia Secondary School y en el Consulado de El Salvador, como parte del Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York, me acerqué a la sede de Americas Society para asistir a la clausura del Festival de la Palabra. Quería particularmente iniciar una entrevista con la poeta y narradora Janette Becerra, quien formaría parte del panel que discutiría la presencia e impacto de las letras puertorriqueñas, bajo el título Puerto Rico: una literatura en diálogo con el mundo.

La velada –entre solemnidad e ironía- fue interesante. El conversatorio, que se extendió por hora y media, fue moderado por la periodista Wilda Rodríguez y también participaron los escritores Eduardo Lalo y Frank Báez, así como la fundadora del Festival, Mayra Santos Febres. Por el interés que suscita entre nuestros lectores este tema, compartiremos aquí, en El Post Antillano, algunas de las impresiones y reflexiones que los escritores compartieron con la audiencia.

Hoy comenzamos con la escritora Janette Becerra. En las siguientes entregas haremos lo propio con los comentarios de Eduardo Lalo y Santos Febres. Ante la pregunta acerca de qué habían traído los primeros 13 años de literatura puertorriqueña del presente siglo, la autora de Elusiones, Doce versiones de soledad, y Ciencia imperfecta, dijo:

Janette Becerra: Yo creo que en todo siglo y en algunas décadas acontece algo nuevo. La novedad es sin tregua, constante. Así que somos una cultura, una Isla joven, y el siglo 20-siglo 21, para nosotros, pues sí, representó un cúmulo de escritores más significativos de lo que pudo haber sido antes. Pero en términos de novedad no necesariamente significa mayor calidad, significa novedad, ¿no?, significa renovación; eso sí me parece importante.

Yo creo que lo más importante es, desde mi perspectiva muy personal, proyectar que la cultura y literatura puertorriqueña no responde necesariamente ya –por lo menos la mía no- a ciertos estereotipos o temas que fueron muy importantes y que fueron los que le dieron visibilidad; temas como la migración –especialmente a Nueva York- la literatura de la tierra de los 30 y 40, luego la literatura de un sesgo político muy marcado, y la búsqueda de la identidad nacional y tal. Pues son temas que fueron muy importantes, quizás nos dieron a conocer y creo hay personas que aún los cultivan; en la medida en que responda, verdad, a sus proyectos estéticos, pues me parece muy bien. Pero hay otra ola, otro Puerto Rico. Yo le había comentado a Eduardo (Lalo) en Lima, que estábamos rodeados de unas fotos en el Pabellón de Puerto Rico, que representaban la cultura puertorriqueña. Pero aquellas fotos pues eran las del carnaval, las máscaras de Loíza, las máscaras de Hatillo, la garita del morro, una serie de imágenes que representan ese Puerto Rico carnavalesco, caribeño, colorido, de bomba y plena.

Pero Puerto Rico es también literatura urbana, una cultura urbana. Es ciudad, pobreza, decadencia. Toda una sociedad como cualquier otra, moderna, del siglo XXI. De modo que ciertos temas que nos han distinguido como País, literariamente -y que incluso aun hoy es lo que ocurre con la literatura puertorriqueña en los Estados Unidos, la literatura de la diáspora, que encuentra su espacio cuando trabaja precisamente con ese tema, ¿no?; de lo que significa ser puertorriqueño de segunda o tercera generación y de la identidad puertorriqueña ya insertada en Nueva York o en Chicago, en esas comunidades puertorriqueñas de la diáspora-, no son los únicos temas que cultivan los escritores puertorriqueños.

Y en mi caso, hablo por mí, verdad y está claro: Yo no represento a nadie. Yo no fui a la última reunión, ni a la anterior, de escritores puertorriqueños para ver qué digo, cómo hablo. No represento a nadie. Solo me represento a mí misma. Y así que lo que digo lo digo por mí. Mi obra pues no trabaja esos temas y, sin embargo, pues soy localmente puertorriqueña. De hecho, he vivido en Puerto Rico siempre, nunca he vivido en el extranjero. Así que… en ese sentido creo que sí, hay novedad en la literatura puertorriqueña que se presenta en los últimos, no diría yo 13, sino 20 o 25 años, que son importantes, que hay que conocerlos.