A veces vamos al “fast food” o al supermercado multinacional más cercano, en busca de ahorros o rapidez, pero cada vez que consumimos en estos locales, una buena parte de la distribución del dinero “coje vuelo” y se va, principalmente, para los Estados Unidos.
Dentro del sistema capitalista esto está bien visto, pues permite la libre competencia de negocios, pero desde el punto de vista de una economía solidaria, no es muy recomendable.
Cuando estuve hace unos meses en La Paz, Bolivia observé que no existía ninguna megatienda foránea, o cientos de restaurantes de comida rápida extranjeros (de hecho McDonalds no existe), no creo que por casualidad, por lo que vi es por la magnitud del comercio local que existe. No me queda otra que pensar que sería imposible que existieran, pues no les sería permitido por parte de los comerciantes, porque afectaría totalmente el sistema de comercio local.
¿Habrá pasado eso aquí? Solo basta con visitar los pueblos, donde antes se veía que había comercios, muchos ahora se encuentran deshabitados. ¿Será que muchos no se adaptaron a los tiempos o será por la planificación urbana que permite tantas megatiendas, que por su alcance hace casi imposible para un negocio pequeño competir?
Lo ideal sería que como país busquemos la manera de consumir local, me refiero a cuando sea posible comprar en el negocio de la esquina, en los centros de los pueblos, consumir en el café local más cercano, apoyar a los artesanos y agricultores locales; es una de las medidas que como país que, desde el punto de vista del ciudadano, puede aportar a la economía, pues se consume en tu región en vez de consumirlo en un lugar donde el dinero se va otra región, haciendo a su vez a alguien rico en el exterior.
También, por parte del Gobierno se deberían tomar medidas más conscientes que controle el exceso de libre comercio de las megatiendas extranjeras, que también hace que los entornos de estos sufran las consecuencias.
Pero bueno, no todo es malo, una medida que el Gobierno ha tomado es el de cultivar arroz en Puerto Rico, grano que hace 40 años no se sembraba. Por otra parte, el Gobierno entonces le compraría los productos a los agricultores puertorriqueños, generando una fluidez en la económica en el mismo país.