Cambia todo cambia: La diáspora, África y el Caribe

Cultura

 

En la diáspora forzada de África occidental hacia las Américas, llegaron al Caribe una multiplicidad de etnias a los largo de sobre 400 años de esclavitud. Procedentes de áreas como Ghana, Dahomey, Mali, Nigeria, Congo, Angola entre muchos otra, su idiosincracia, espiritualidad y cosmovisión se consolidaron en múltiples experiencias culturales. Evidencia de ello, la proliferación de espiritualidades como la Regla de Osha, Ifa, Palo Monte, Palo Mayombe, Voudu, Candomblé, 21 divisiones entre otros. Esta hibridez no es particular a unas etnias monolíticas, sino también, desde cada etnia en particular, existían muchas diferencias que tuvieron que coexistir en un mismo tiempo y espacio involuntario.


William Bascom, en su libro Ifa Divination, relata como en el caso de lo que corresponde a Ifa, existe más de un orden jerárquico en su sistema de adivinación. Bascom expone que para la región de Oyó existe una jerarquía adivinatoria distinta a la jerarquía de Ile Ife. Ambas regiones o reinados de lo que hoy se conoce como Nigeria. Dentro del cuerpo literario de Ifa existe una historia que explica el por qué la diferencia en la jerarquía dentro del mismo sistema de adivinación. Ifa nos relata que en un momento histórico Orunmila estaba compartiendo la sabiduría de Ifa. En sus enseñanzas, Orunmila explica cómo todo los misterios del pasado-presente-futuro están contenidos en 16 llaves o signos que disponen de 16 signos cada uno para un total de 256 signos combinados. En dicha explicación, Orunmila comparte la jerarquía de esos 16 signos medulares de Ifa. Todos sus devotos se llevaron un Opón de Ifa (tablero) con los signos impresos en Iyerosun (polvo sagrado del árbol de la vida o ashé de Orunmila). Todos los discípulos salieron muy satisfechos regresando a sus respectivas regiones. En el camino, Eshu hace de sus travesuras, provocando una gran ráfaga de viento que borró el orden de los signos. De manera tal, tuvieron que reconstruir la jerarquía de los signos de Ifa de memoria. En ese instante, nacieron al menos dos jerarquías de signos de Ifa: el de la región de Oyó y la región de Ile-Ife.


Más allá de una anécdota histórica, ¿qué implicaciones tiene dicha diferencias? Por un lado, a pesar de que en instancias pueden existir contradicciones en el sistema jerárquico de Ifa, ambos provocan llegar a un entendimiento que trasciende la tautología de cuál es el verdadero o real. El entendimiento profundo de lo que es Ifa, reconoce que la clave estriba en la espiritualidad que encarna los signos y el sistema de adivinación. Por otro lado, Eshu aseguró que el ser humano no tuviera la matemática precisa para descifrar el universo. Dicho entendimiento no es menester de los seres humanos es de Olodumare (Dios). El caos y el azar son elementos que implosiona todo intento de simetría perfecta o la aspiración de conocerlo todo. Dentro de la cosmovisión Yoruba, esto es un imposible, pues Olodumare repartió la sabiduría por todo el universo y nada ni nadie la puede poseer en su totalidad.


Similar a la diversidad de jerarquía en el sistema de adivinación de Ifa, la experiencia africana en el caribe provocó una transmutación a muchos niveles. El conocimiento, las ceremonias, rituales y parafernalia religiosa se expandieron, cambiaron; sufrieron una evolución. Por ejemplo, históricamente existieron rivalidades entre los Congos y los Yorubas, pero en el Caribe, tuvieron que unirse para asegurar que sus tradiciones se preservaran. Ambas tradiciones se retroalimentaron constantemente, se enriquecieron y fortalecieron. Más aún, las tradiciones africanas se nutrieron del conocimiento de la tierra, la flora y fauna de las poblaciones indígenas. Muchas de las plantas, sus aplicaciones y propiedades curativas se añadieron al conocimiento botánico de muchas tradiciones africanas. Paradójicamente aún en el medio del cambio, se preservan legados, linajes, conocimientos y espiritualidades. Quizás por circunstancias limitantes, como la esclavitud, el instinto de la auto preservación humana provoca cambios mayores donde enemigos y rivales se convierten en amigos y aliados. Ejemplo de ello es el sincretismo de muchas espiritualidades africanas con los santos católicos.

Similar a otros debates, concentrarse en posiciones puritanas o falsas dicotomías imposibilitan otro tipo de entendimiento. Por ejemplo, qué valor tiene discutir cual tradición es más genuina, ¿la afro-caribeña o la tradicional africana? Ambas han sufrido cambios con el paso del tiempo. Ambas han sido influenciadas por otras religiones, pueblos, culturas y experiencias coloniales. Ambas tienen su valor innegable. Es por eso que resulta de mayor valor concentrarse en cómo cada una puede aportar, fortalecer y enriquecer sus respectivas tradiciones sin autodestruirse con el cambio. El diálogo entre diversas tradiciones enriquece. Como establece el libro de filosofía Samurai, Hagakure, “cuando uno practica una forma, uno debe estar expuesto a diversas formas y estar en mayor acuerdo con la forma de uno”. Así, aún en medio del cambio, se preserva la tradición de uno. En este sentido, esta es, una de las lecciones más pertinente de nuestro legado afro-caribeño. Si algo caracteriza nuestra experiencia humana es el cambio constante y la resistencia frente al embate que nos amenaza. Moforibale Bogbo Eggun Atikú en Ará Onú.