En memoria de Carlos Buitrago, profesor distinguido

Cartas de un(a) Antillano(a)
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Conocí al profesor Carlos Buitrago a mediados de la década del setenta en el contexto de mis estudios de bachillerato. Formé parte de las generaciones de estudiantes vinculadas al estudio antropológico del cementerio de Yauco, la familia Pietri Mariani y el trayecto de las haciendas cafetaleras en Puerto Rico.

Su insistencia en los cursos de “bajar al nivel etnográfico” era su manera de propiciar en los estudiantes una disciplina de observación y de escritura densa capaz de aprehender la relevancia o no de los grandes conceptos en el estudio de las vidas singulares, de los eventos y de los grupos irreemplazables. Fue del profesor Carlos Buitrago de quien, en primera instancia, aprendí la importancia de la lectura lenta y detenida, la rigurosidad teórica e investigativa, la precisión conceptual y de la capacidad de poner en palabras la complejidad del pensamiento.

Fue a través de los ojos del profesor Buitrago que descubrí la singularidad de los abordajes antropológicos y etnográficos y, aunque él nunca me perdonó no haber continuado en el área de la antropología, la formación recibida ha sido una riqueza intelectual de la cual he echado mano a todo lo largo y ancho de mi trayecto de trabajo. Su discusión de la obra de Maurice Godelier, Teoría marxista de las sociedades capitalistas sigue siendo un referente para mí en la reflexión de lo que éste llamaba las propiedades inintencionales (esto es, al margen de eso que llamamos la “acción social conciente”) en la reproducción de los sistemas sociales.

Quizás la virtud mayor del profesor Buitrago fue su relación con el mundo de los saberes, su renuencia a constituirse en sujeto todo-todo saber y el haber asumido lo que Hannah Arendt en su momento denominó la actividad del pensar como forma de vida consistente.

Este fue el mayor regalo del profesor Carlos Buitrago a la Universidad y a sus estudiantes. Y aunque fui colega de Carlos por muchos, muchos años, destaco aquí el privilegio que tuve de haber sido, sobretodo, su alumna.