Standby, un clásico del siglo XXI

Crítica literaria
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altAhora que circula en Puerto Rico unos cuantos ejemplares, casi clandestinos, de Standby de Alina Reyes, aprovecho para dar unas impresiones generales del mismo, que unos nombran como libro de viajes y otros como biografía novelada. Lo importante aquí no estriba en si Standby se nutre, construye y deconstruye con más o menos ficción; lo que, en cambio, quiero destacar es que, más allá de lo uno o lo otro, en sus páginas el lector encuentra buena literatura. Ni más ni menos.

Esa literatura, que de funcionar todos los factores dentro de la industria editorial, está destinada a convertirse en clásica, tal como ha sucedido con On The RoadNotas de viaje (Diarios de motocicleta) o con películas como Y tu mamá también. Y es que estas crónicas y testimonios, que dan espacio además a pasajes narrativos e intercambios epistolares, destilan, como Trópico de Cáncer, la liviandad de personajes y actores que viven a distancia de puritanismos y convenciones sociales, en medio de un viaje que inicia en Santiago, con paseos por el Mapocho, y que culmina de forma ambigua y algo misteriosa en una playa mexicana, después de configurar un mapa en el que Europa, Guatemala, Bogotá, Valparaíso y Nueva York, han tenido su lugar.

Por el carácter fragmentario de Standby, esa crónica de días o espacios (en estructuras como hoteles, trenes o aeropuertos), permite además que uno pueda trazar, entre las pinceladas anímicas y descriptivas, un perfil de la joven que narra en primera persona: Alina Reyes. Una mujer dispuesta, sobretodo, a plasmar lugares, personas e instancias en su cuaderno de turno; reminiscencias de lo que permite su paso, la estela en el camino (aunque a ratos ella –deliberadamente- ceda la palabra; entonces son otros y otras, incluso fotos y documentos, los que nos ofrecen el complemento de su mirada).

Aquí la inmediatez se combina con lo que no tiene peso, y la textura ágil del lenguaje, impecable, es una delicia. Tampoco hay un único punto climático, como la vida. En estos pasajes la trama dinámica está dispersa y provoca sed, interés, gula por conocer más de Alina y su viaje, en un tránsito de cuerpos y amores que metamorfosean además ese camino paralelo hacia ella misma, hacia su propio ser. Y ahí radica la novedad de Standby, en esa voz, sobria, femenina, que observa con cierto aire de templanza o ecuanimidad, situaciones y escenarios impredecibles y, en ocasiones, caóticos. En tales páginas podemos sentir su soledad aun cuando se pueda tener personas cercanas, y lo vamos intuyendo por lo que dice y no dice, lo que guarda y revela, en soliloquios, pausas y silencios, entre amaneceres, sueños y desvelos. En ese mosaico encontramos algo de Alina, pero Ella, como las nubes, el agua o el viento, siempre se nos escapa, es elusiva; nunca se muestra total o completa, porque, quizás, tampoco es la misma; a mi entender, los ecos de Alina Reyes con la obra de Marguerite Duras, Anais Nin o Clarice Lispector

Queda mucho por decir de Standby pero el espacio no da para más. Concluyo, sin embargo, con la siguiente recomendación. Busque, en cuanto pueda, su ejemplar, antes de que se agote. Menciono lo anterior porque nunca se sabe cómo terminará funcionando el engranaje editorial. Y en tiempos como estos, de poca transparencia en la industria, si busca buena literatura no deje que este clásico del siglo XXI se le escape de las manos.

Libro: Standby

Autora: Alina Reyes

183 páginas

Editorial Caballito Azul