Nelson R Mandela: ¡Hambe Kahle Compañero!

Política

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Era una mañana del mes de mayo de 1991. Me encontraba en una comunidad residencial de gente africana, Kagiso, en las afueras de Johannesburgo.  Mi amigo Edwin Molahlehi me había invitado a que lo acompañara a presenciar un gesto de inhumanidad:   una masacre de 46 personas en dicha comunidad.  Nelson Mandela apenas llevaba un año libre, y llegó al lugar acompañado del secretario general del Partido Comunista de Africa del Sur, Chris Hani.

Se trataba de un momento muy duro en el difícil camino de la transición política de Africa del Sur, el cual comenzó en el mes de febrero de 1990, cuando Nelson R Mandela fue liberado de 27 años de encarcelación, por haber sido convicto de actos de sedición, conspiración y asesinatos.  Fue un momento difícil pues la masacre de mayo de 1991 fue tan sólo una de cientos que hubo en el país, lo cual provocó una matanza de sobre 12 mil personas, por disturbios políticos, lo cual culminó el 27 de abril de 1994, cuando finalmente se llevaron a cabo las primeras elecciones democráticas en Africa del Sur, en la cual participaron los hombres y mujeres negras por primera vez en la historia del país.

Mi recuerdo de Nelson Mandela es complejo. Como mis afectos por él son también complejos.  A este lo conocí en más de una ocasión.  Por razones muy diversas sus dos abogadas históricas, Priscilla Jana (ex miembro del parlamento de Africa del Sur y embajadora de su país en el Reino de los Países Bajos, Holanda) y Julie Mohamed, tuvieron acceso a él hasta las últimas etapas de su vida, y por alguna razón interesante de la vida siempre hubo contacto.

Pero siempre me impresionó por ser un hombre, culturalmente hablando, autoritario.  Siempre su voz era la última en la intervención determinando el curso a seguir, la acción a tomar. Fue culturalmente hablando un líder, y desde su relación etno-nacional, era la figura fuerte del clan, de su nación, y de su país.

Su legado es para mí muy interesante:   hablar de igualdad no es desde una lógica liberal, aunque Mandela fue un gran liberal.  Es conjugar realmente hablando la integración de las personas de raza negra en el mundo de las personas de raza blanca. Es ver una comunidad negra, pobre, y reconocer que más allá de ayuda, son personas que la desigualdad los ha marcado profundamente.  Es un asunto complejo, pero cierto: la pobreza huele,  la pobreza es y no es solidaria, la pobreza crea condiciones horribles de violencia, la pobreza recibe donaciones y hay corrupción.  En fin, Mandela para mi es todo eso y mucho más.

A nivel global Nelson R. Mandela, y en particular el Gobierno del Congreso Nacional Africano de Africa del Sur, supo ayudar muchas causas justas a lo largo del continente Africano.  En el Caribe, fueron aliados incondicionales de Cuba, país al cual le están eternamente agradecidos.  A Puerto Rico, tanto Mandela como su gobierno, nunca lo supieron entender.

Hoy muere.  Con él se comienza a cerrar un profundo capítulo en el siglo XX de la lucha por la igualdad racial y por la lucha por profundizar en las prácticas democráticas.  Más allá de un objeto de venta y consumo,  Nelson R. Mandela fue un gran luchador, muy vertical y más que nada inspirador para toda una comunidad internacional de afro-descendientes, liberales y moderados.

De mi parte que descanse en paz y que prosiga por la senda del bien, la justicia social y la lucha incansable por la igualdad y dignidad humana.  Hambe Kahle Madiba!  (Vaya en paz, Mandela).