La economía del terror: la militarización de la vida diaria

Economia Solidaria

altGoogle ha dicho que va a introducir en unos años un sistema de envío de paquetes  por medio de un vehículo aéreo no tripulado llamado “drones”.  Se trata de un pequeño helicóptero de cuatro aspas, pequeñito, que permitiría hacer los envíos de paquetes y compras prescindiendo de las compañías hoy de distribución de correos privados de paquetes.

Casi todas las reacciones han sido favorables pues ven el en el uso de tecnología un avance de la humanidad.  No obstante, es importante destacar que dicha tecnología, es la misma que en la actualidad se utiliza en el lejano oriente, por parte del presidente de los EE.UU para asesinar continuamente a personas que ellos entienden que son problemáticos para la seguridad de los EE.UU.  Se trata del asesinato sistemático de personas que el gobierno de dicho país ha dispuesto que son terroristas, por lo cual le aplican un estado de excepción jurídico: le aplican el protocolo de la guerra.

Ahora bien, ¿por qué Google ve con tanta simpatía el uso de este dispositivo, militar hecho ahora civil?  Me parece que hemos entrado en una fase de la humanidad donde hemos normalizado el uso de la tecnología militar como una forma de vida.  Ante esto, el espionaje militar que denunciara Edward Snowden, se queda perdido en el mundo de las aplicaciones, APP, en los teléfonos inteligentes. Ante esto, es posible perseguir a su novio o novia, con tal que le ponga la aplicación correcta.  Es posible seguir un vehículo, con tal que se prenda el GPS del teléfono inteligente del conductor.  Es posible monitorear las llamadas o envíos de correos electrónicos, a partir de un sistema de rastreo computarizado.

Con este cuadro anterior, hemos promovido una economía del terror que ha incorporado lo peor dela tecnología de guerra en nuestras vidas diarias.  Pero no se preocupe, que Google alega que va a incorporar dicha tecnología, porque habrá de reducir los gastos operacionales – todo a beneficio del consumidor-cliente. ¡Terrible!