Escritores de todos los continentes se expresan en defensa de la democracia en la era digital

Cultura

alt

Desde hace unos años, expertos en informática han sacado a la luz pública “secretos” de varios gobiernos, bancos y agencias privadas, entre informes clasificado de la National Security Agency (NSA) de EE.UU.

Casos recientes como el del ex empleado de la CIA y la NSA, Eric Snowden, han llamado la atención internacional al haber sido divulgados informes sobre las estrategias de cómo supuestamente se han infiltrado algunas agencias del gobierno de EE.UU. en la vida cotidiana de ciudadanos y en las comunicaciones de gobiernos de varios países. Además de ese país se ha indicado que otros países han espiado otros territorios.

A raíz de esta situación, ciudadanos y algunos gobiernos internacionales como lo son Alemania, Brasil, Venezuela, y organizaciones como la Organización de la Naciones Unidas, entre otros, se han manifestado contra estas prácticas puesto que entienden que este tipo de ejercicio atentaría en contra de la privacidad de los individuos y a su vez contra informaciones clasificadas de los estados investigados.

Periódicos como The Guardian y a lo largo de las redes sociales han difundido numerosas noticias al respecto. En días pasados, este periódico inglés publicó reportes que indicarían que agentes estadounidenses y británicos han monitoreado, en diversas partes del mundo, juegos de video en línea para identificar a terroristas o informantes. También se ha publicado que la NSA ha recopilado cinco mil millones de datos al día sobre celulares en todo el mundo.

Compañías privadas de tecnología como Google, Microsoft, Apple, Facebook y Twitter han escrito cartas oficiales al Gobierno estadounidense para que este cese este posible espionaje.

No solo gobiernos de los países que habrían sido infiltrados y compañías se han mostrado en contra de estas prácticas, sino que el sector artístico, en particular los escritores, han tomado medidas que manifiestan su desacuerdo.

Recientemente se publicó una investigación del PEN American Center, titulado Chilling Effects: NSA Surveillance Drives U.S. Writers to Self-Censor, realizada con un poco más de 530 autores, donde se concluyó que uno de cada seis escritores “ha evitado escribir o hablar de algún tema por el que pensaban que podrían ser sometidos a vigilancia”.

Por este y otros motivos, escritores internacionales han firmado la petición “En defensa de la democracia en la era digital” escrita por Writers Against Mass Surveillance y publicada en el portal Change.org.

Denuncia el documento que: “Con tan solo unos clics en un ordenador, los Estados pueden espiar nuestros móviles y correos electrónicos, acceder a nuestras redes sociales y revisar las búsquedas que realizamos en Internet. Tienen acceso a nuestras convicciones y actividades políticas y pueden, en colaboración con las grandes empresas de Internet, recoger y almacenar nuestros datos y predecir nuestro consumo y nuestro comportamiento”.

Un punto que añaden los firmantes, respecto a la vigilancia es que en esta se “viola la esfera privada de los ciudadanos comunes y compromete su libertad de pensar y de opinar”. La petición busca crear una Convención Internacional de los Derechos Digitales, donde se exige la no vigilancia por parte de los gobiernos. Al sol de hoy, han firmado 25.000 personas de 81 países.

Entre los escritores que han firmado se encuentran entre ellos, cinco Premios Nobel: Orhan Pamuk, J.M. Coetzee, Elfriede Jelinek, Günter Grass, Tomas Tranströmer, Rosa Montero, Margaret Atwood, Don DeLillo, Henning Mankell, Richard Ford, Javier Marias, Björk, David Grossman, Arnon Grünberg, Angeles Mastretta, Juan Goytisolo, Nuruddin Farah, João Ribeiro, Victor Erofeyev, Liao Yiwu y David Malouf.

Es interesante que escritores se sumen a estas dinámicas. Pues son ellos quienes a través de sus letras suelen ser voces de conciencia, denuncian medidas que no responden a la legalidad constitucional de parte de algunos organismos de gobiernos de turno y la historia de los pueblos por medio de su literatura.  Un escritor no debería sentir que su obra o expresión está siendo investigada, ya que esto podría resultar en la autocensura, tal expuso el PEN Club American Center en la investigación mencionada en párrafos anteriores.