Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, develado ayer por la directora regional de dicho organismo, Elisabeth Tinoco, el 47 por ciento de la fuerza laboral en América Latina, la cual constituye 275 millones de personas, no trabaja dentro de la economía formal.
El 50 por ciento de las mujeres trabajan en la economía formal. Mientras el 45 por ciento de los hombres se encuentran en dicha economía. Aunque el desempleo general bajó, no aumentó en el 2013 el empleo formal, sino el informal.
Esta situación general del trabajo formal e informal no es nueva. No obstante, es un buen recordatorio de cómo vamos. En Puerto Rico, hoy menos del 40 por ciento de la población participa en la economía formal como fuerza laboral. ¿A qué se dedica el otro 60 por ciento? Mi conclusión: a trabajar de manera informal, fragmentada y en otras formas de producción no contabilizables, como la economía del hogar. En esta medida, el mundo está como está, pero no puede ser porque dependemos de la formalidad del capital. A este le interesa cada vez menos tener empleados formalmente hablando. Lo que le interesa es tener producción y venta, y si esto puede ser por máquinas o robots, le da igual al capital.
Ante esto, lo importante es generar otras formas de asociarnos en la producción, la distribución y el mercadeo de la economía. A veces puede ser formal, a veces, la informalidad gobierna. Ya veremos cómo nos va en el futuro, cuando los aviones, los barcos y hasta los taxis sean tripulados y comandados por computadoras. Entonces, a qué nos dedicaremos, ¿a vender botellas de agua en los semáforos? Quién sabe.