Todos miran en esta ciudad. No nos cansamos. Ver, mirar, con el rabillo del ojo, con el centro del iris, con el párpado. Mirar.
Observo las calles recorridas y a veces me percibo sintiendo la ausencia de color, la risa o la contemplación, tal vez en esos instantes estoy demasiado inmersa en la habitualidad. La rutinaria trayectoria hacia mi realidad cotidiana se vuelca también hacia el recordatorio voraz de otro tiempo y es que algo echo en falta.
Caminaba y a ambos lados del tránsito de mi cuerpo andaban otros, creando sus propios ambientes creativos, otorgando a los transeúntes la experiencia de su arte. De esta manera, los espacios públicos eran un conglomerado de imaginaciones proyectadas en torno a lugares comunes que llegaban a habitar lo extraordinario. Así se me presentaron aquellas vías europeas que nutrieron mi ilusión por algún reloj.
Ando ahora por las rutas caribeñas de la isla que pueblo, advirtiendo la creación que hay en todo y todos, volviéndome asidua receptora de tantos puntos de luz que emanan arte y confieso mi añoranza. En mi imaginario todas las calles que en este momento gusto pasear se colman de creatividades ininterrumpidas, de movimiento incesante propulsado por las diversas expresiones artísticas, el espacio público se revaloriza, abandona cualquier inmovilidad. Entonces, el arte destinado quizás a unos lugares y horarios específicos se vuelve accesible sin restricción.
De ahí que deba experimentarse también en su estado callejero, que se provea no solo la facilidad de espacio y la seguridad sino que se promueva este tipo de manifestación que remite a la historia originaria cultural y social de un pueblo. En el hecho natural del ser humano de ‘hacer arte’, el homogéneo espacio físico de encuentro reúne a diversos espacios heterogéneos y activos (seres humanos) en una duración determinada de minutos u horas sin un tiempo especificado (reloj interno de percepción, interpretación y expresión). Como parte de esta iniciativa se producen espontáneamente la colaboración, la exploración y la comprensión entre el colectivo, además de permitir la búsqueda y el reconocimiento, la ampliación y/o la modificación de múltiples y variadas perspectivas y expectativas.
Convenida la importancia de promulgar y mantener el arte como baluarte de la sociedad, son necesarias las propuestas que intervengan el espacio público con creatividad tangible. Actualmente, se está desarrollando una que llama mi atención. La organización sin fines de lucro ACirc propone congregar a artistas de diversas disciplinas locales e internacionales (Europa y Latinoamérica) para realizar Circo Fest 2014. Este es el primer Festival Internacional de Circo y Artes de Calle de Puerto Rico que contará con presentaciones, así como talleres para la comunidad artística. Se llevará a cabo del 13 al 22 de febrero tanto en el Viejo San Juan con una minigira por Mayagüez, Ponce, Caguas y Vieques. La convocatoria continúa abierta hasta antes del 16 de enero y puede obtener más información escribiendo un correo electrónico a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..
Hace unos días, además, participé en el Tercer maratón de improvisación en la(s) acera(s): un rumbo itinerante, realizado por PISO proyecto, y en el que se procuró una exploración distinta de la ciudad. Los asistentes pudimos vivir de un modo diferente nuestra andanza por la urbe. Indagamos en los espacios que nos llamaron a interactuar con ellos, intercambiando energía, mirando la metrópoli sin prisa, percibiendo los movimientos que interpelaban a nuestros cuerpos. Para conocer más sobre PISO, acceda a pisoproyecto.org.
Si ponemos de manifiesto que todos somos y hacemos arte por el hecho de existir, es de este modo indispensable propulsar los sitios compartidos en generadores de creación colectiva y colaborativa.
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