Reseña del libro Banquete Total, de Jay Fonseca

Política

En 1894, el doctor Manuel Zeno Gandía publicó una de las obras de más renombre en Puerto Rico: La charca. Lilliam Moro destaca en un análisis de la obra que la forma en como los personajes y la naturaleza están construidos parece ser “la excusa para mostrar una realidad social terrible que preocupaba al autor”.

…esa masa de gente que vive como en una charca de aguas estancadas, revolviéndose en una podredumbre física y moral. No son malas personas, pero pueden llegar a serlo; pero tampoco son buenas, porque carecen de principios éticos básicos. (321)

El Banquete Total que sirve Jay Fonseca en su libro de crítica socio-política nos presenta una realidad del gobierno de Puerto Rico como en La charca: estancada y casi putrefacta. El abogado prepara el libro de una manera singular pues incluye en el prólogo un método para que el lector pueda ubicarse en una de tres categorías según sus ideologías. Así mismo, incluye un capítulo con 75 (74) soluciones para mejorar el país.

Fonseca no utiliza el recurso de la crítica incisiva o la parcialidad en su libro. Tampoco conjuga un repertorio de personas que han cometido delitos y no han sido enjuiciados, sino que se mantiene relatando qué actos llevaron a equis persona a ejecutar equis o ye acción. De la misma forma, no utiliza un vocabulario rebuscado ni estrictamente de la judicatura, sino uno coloquial. Este se mantiene trabajando el tema si recurrir a recursos rimbombantes o extravagantes. Por ejemplo, en el capitulo: “Las casas que se quedaron por salvar”, Fonseca detalla el tan recurrente tema de los bonos del gobierno y cómo funcionan para que todos puedan comprenderlo.

En referencia directa al libro, hagamos esta analogía. Digamos que tenemos ante nosotros un salón espectacular con guirnaldas y serpentinas, a esto sumémosle buena música de fondo. La fiesta grita lujo y ostentaría. En el centro, cual Última Cena de Da Vinci, una mesa de buffet repleta de comida y vino caro. Sin embargo, las mesas que se ubican alrededor de la mesa central larga son las que resultan interesantes en esta escena pues además de no caber ni un alma en esas sillas, todas tienen un acceso incuestionable a la comida puesta en la mesa del buffet. Tiran la mano, dan una mordida y el resto lo guardan en una bolsita Ziploc sin que nadie se entere. Contrastándolo con lo que menciona Fonseca en sus libros, lo que hacen estas personas no es ilegal “pero se ve bieeeen feo”. Afuera, centenares de personas, como si fuera una venta del madrugador, están apostados frente a la puerta esperando la oportunidad de aprovechar las sobras de esos manjares y también tienen su bolsita pues hay que guardar para el día de mañana. Cabe mencionar que los organizadores de esta fiesta dejaron de pagar la luz, el agua, el teléfono, el gas, los préstamos, el cable, las contribuciones y hasta lo inimaginable.

De este festín de agua estancada como en La charca de Zeno Gandía, Jay Fonseca nos habla en su libro, pero con nombres y puestos de esos anfitriones y maestros del truco. Se cuece una podredumbre única, el agua estancada de los alrededores exclama hediondez. Sin embargo, los anfitriones de la fiesta se encargan de colocar aceites aromáticos disfrazados como reformas en los alrededores para que los que están unas casas más abajo no se enteren lo que ocurre. Fonseca, sutilmente, se ha encargado de diluir esos aceites para que todos se enteren de la pestilencia y que el Banquete Total suene la campana y llegue a su fin.


El autor es estudiante de cuarto año del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en Cayey.

axelcasillas.wordpress.com