El gobernador García Padilla le “pichea” a Puerto Rico

Política

Existe una tradición en el Reino Unido y en España, por lo menos dos países en los cuales he vivido largas temporadas en mi vida, en la cual los gobernantes, es decir el presidente o el primer ministro, cuando salen de vacaciones con su familia durante su mandato, siempre lo hacen en su propio país para dar la impresión de que están contribuyendo a la economía nacional. El pasado lunes, 30 de diciembre, el Gobernador de Puerto Rico se fue de vacaciones junto a su familia a la ciudad de Nueva York, para “tomarse unos días” y de paso asistir el 1 de enero a la toma de juramentación del nuevo alcalde de dicha ciudad, el demócrata Bill de Blasio.

En un país llamado Puerto Rico, al borde de ser declarado en quiebra por el gobierno metropolitano de Washington, quien lo tiene intervenido bajo supervisión en los renglones de educación, salud, policía y finanzas, ¿debió el Gobernador ir a gastar su dinero a Nueva York? Las generaciones jóvenes de Puerto Rico tienen una forma de hablar en la cual utilizan la palabra “pichear", que viene del inglés haciendo referencia al lanzamiento que hace el “pitcher” o el lanzador en el montículo durante el juego de béisbol o pelota. Actualmente, utilizar dicha palabra significa esquivar o evitar algo. Es decir y en el contexto de este artículo, el gobernador García Padilla esquivó a su pueblo y prefirió irse a celebrar el año nuevo en Nueva York, posiblemente en Times Square.

Desde marzo de 2013, el propio gobernador García Padilla definió por vía de la Orden Ejecutiva 2013-021, que el gobierno delegaba en el Departamento de Estado, que dirige David Bernier, el desarrollo de una política de relaciones internacionales del País. Así las cosas, el Departamento de Estado se ha concentrado en desarrollar una política de intercambios comerciales, fundamentalmente con el Caribe y algunos países de Centro y Sudamérica. En este sentido, uno esperaría que todo viaje oficial en este momento por parte de nuestros gobernantes esté enmarcado dentro de una lógica de la política pública definida.

En este asunto, por parte de los funcionarios públicos electos, yace demasiada inconsistencia. El pasado mes de noviembre, la alcaldesa de San Juan, del mismo partido político del Gobernador (el Partido Popular Democrático), Carmen Yulín Cruz, salió a la ciudad de Montevideo, Uruguay, para recibir un premio que su ciudad había recibido en virtud de una competencia que el ex alcalde, Jorge Santini, había ganado. Más aún, firmó un tratado de hermandad, el primero que firma, con la ciudad de Montevideo. En Puerto Rico viven menos de 300 uruguayos y la tasa de intercambio comercial es casi cero entre ambos países. En la ciudad de San Juan el principal grupo étnico-nacional extranjero es la comunidad dominicana, la cual cuenta con 60 mil inmigrantes. Luego de los Estados Unidos, nuestro primer destino en intercambios comerciales lo es la República Dominicana.

En este viaje, en medio de un mes infernal para el País, donde hubo protestas laborales, renuncias abruptas de secretarios de gobierno, y más que nada una presión indebida por parte de las agencias acreditadoras de los EE. UU., el Gobernador se fue a pasar sus vacaciones a Nueva York. Sin lugar a duda, reclamó él que habría de participar en la toma de posesión del nuevo alcalde Di Blasio. No obstante, haber celebrado año nuevo en Puerto Rico, invertir su dinero en un hotel local, inclusive en las islas municipio de Vieques o Culebra, pudo haber sido mucho más atinado. De paso, de madrugada hay dos vuelos de San Juan a Nueva York. Habiéndolos tomado, habría estado el Gobernador a tiempo para la toma de posesión de Di Blasio el 1 de enero. Peor aún, es que el Gobernador no fue a ninguna actividad en la comunidad boricua del Bronx, donde habita cerca de un millón de puertorriqueños.

Nos parece que los desaciertos en lo que son los gestos simbólicos, en este caso los viajes al exterior, no se deben tanto a nuestros gobernantes, sino a sus asesores. En alguna medida están asesorando mal. No hay consistencia en lo que es la política pública y, de paso, el gobernador le “pichea” a su pueblo.