Ayer reconocíamos que el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, se había apuntado una al anunciar un Comité de Diálogo, entre los maestros y maestras del sistema de educación pública del país, y el gobierno. Ahora bien, resulta que la presidenta de dicha comisión, la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Ortiz, comentó que habría de hacer su trabajo, pero que no intervendría con la decisión de los maestros y maestras de convocar a un paro de 48 horas, el próximo 14 y 15 de enero de 2014. Así las cosas, y siguiendo el diagnóstico de la alcaldesa, los maestros y maestras han continuado con el mismo entusiasmo de hace unos días, y proclaman que el “paro va”.
Entonces, este conflicto laboral, tiene ya visos de conflicto militar o armado. ¿Por qué? Pues ambas partes promueven un comité de diálogo, el cual se nombra, pero no declaran un “cese en las hostilidades”. Es decir, la mejor herramienta que tiene hoy el magisterio es mantener abierta su carta de presión: el paro de 48 horas. Bajo este accionar, el magisterio fuerza al gobierno a negociar, pues para éste, todo conflicto en este momento es sinónimo de pérdida, y de comparación con el pasado gobierno de Luis Fortuño (2009-2012).
Y esto es lo que está evitando el gobierno: un sentir colectivo de malestar. Aquí es donde yace el meollo de la cosa. No se trata de pasar legislación simpática o anti-simpática. Por el contrario, se trata de evitar que la población se sienta incómoda, en su sentido amplio, con las políticas públicas que está estableciendo el gobierno. Aquí es donde se complica la situación para el gobierno: en pensar como controlar el sentimiento generalizado de descontento.
Nos parece que abrir el diálogo puede ser positivo, independientemente que los maestros mantengan la presión en torno al paro de 48 horas anunciado. Si de ahí sale alguna solución concreta, el sentimiento de malestar puede quedar disipado. Por el contrario, si nada se resuelve, entonces podremos afirmar que este próximo 14 y 15 de enero, marcan el comienzo del fin.