A 31 años del asesinato todavía se menta melodrama de pareja de presentadores

Justicia Social

Era la pareja predilecta de la televisión puertorriqueña. Todavía no ha habido un junte igual. Por varios años Luis Vigoreaux y Lydia Echevarría presentaron programas en los que concursantes intentaban ganarse algún premio a cambio de entretener a los televidentes. Todo terminó en uno de los melodramas más grandes en la historia moderna de Puerto Rico. Aparentes celos, un asesinato, una metida de pata investigativa y un juicio espectacular marcaron el fin de una pareja que algunos insistían en comparar a Lucille Ball y Desi Arnaz, protagonistas de I Love Lucy, uno de los programas más célebres de la televisión norteamericana.

Era el 17 de enero de 1983 y por primera vez, Vigoreaux, un veterano de los medios, había faltado a una grabación televisiva. Al día siguiente, su cadáver fue encontrado achicharrado en el baúl de su Mercedes Benz en un área boscosa. Según testimonio, Vigoreaux fue secuestrado al salir de la oficina de sus abogados donde acababa de finalizar los acuerdos para su divorcio con Echevarría, quién también era una reconocida actriz. Vigoreaux y Echevarría parecían la pareja que más se amaba en los programas, delirantemente populares, que habían presentado pocos años atrás. El asesinato dejó en shock a los puertorriqueños, quienes tenían grabada en sus mentes al anunciador junto a su esposa, los dos lujosamente vestidos, presentando a los próximos concursantes.

En el entierro de Vigoreaux nadie lloró más y tan dramáticamente como Echevarría, doblándose frente al féretro de quién fuera su marido por más de 20 años. El crimen ocasionó grandes especulaciones en la prensa del país. Mientras tanto, Echevarría aparecía en un montaje de la obra Who’s Afraid of Virigina Woolf, comentándole a la prensa que solamente su devoción al trabajo la podría ayudar sobrevenir el angustioso momento de la partida de su esposo.

Al año siguiente se filtró a la prensa una información que una familia de maleantes y una conocida figura de televisión pronto serían arrrestados. Días después, el entonces secretario de justicia, Nelson Martínez Acosta, proclamó que un informante había declarado que Echevarría contrató la muerte de su esposo con la familia de un tal Pablo Guadalupe de 64 años. Guadalupe y varios de sus siete hijos habían sido recientemente acusados por el asesinato de un abogado. Además, un hijo de 19 años se acababa de declarar culpable de otro asesinato. Una gran mole de gente, gritando “asesinos, asesinos” se conglomeró frente al edificio del departamento, aguardando a los sospechosos. En uno de los faux pas más famosos de la justicia puertorriqueña, resultó que no había caso en contra de los Guadalupe. Fue el año siguiente que se presentaron nuevos cargos en contra de Echevarría y otros dos hombres, quienes junto con ella fueron condenados a prisión por el asesinato.

Surgió en el juicio que Vigoreaux había abandonado a Echevarría por el favor de una joven modelo. Uno de los dos hombres, Francisco “Papo” Newman, recibió un trato más leniente al cooperar y declarar en contra de Echevarría y el otro implicado. Newman, a quien los televidentes puertorriqueños habían visto poco años antes en la pantalla chica en un popular anuncio de “after shave” de hombres, declaró que él y David López Watts, secuestraron a Vigoreaux a instancias de Echevarría, quién les entregó $2,500. Surgió que los dos eran adictos, y necesitaban dinero para comprar narcóticos. En 1999, aduciendo razones de salud, el gobernador Pedro Rosselló permitió que liberasen a Echevarría, quién había servido 13 de una condena de 208 años. Sin embargo, esta después logró presentarse en algunas obras de teatro.