José Ernesto Delgado Hernández: el fuego lento del tatuaje

Creativo

alt“…Quiero tu espalda desnuda

para dejarte los poemas

que nacen de mis labios

por rondar, cada espacio tuyo…”


-José Ernesto Delgado Hernández


Tatuajes III

Tatuajes del amor a la piel

Casa de Los Poetas Editores

Marioantonio Rosa

El Post Antillano

Lo primero es soñarlo. Verlo vivo, habitando para ti, sin pensar otra cosa que no sea hacerte y hacerse sentir libre. Lo primero sería perderse en su diseño como una visión iluminada en escándalo y sensualidad. La piel lo recibe y se queda entre el ardor de su llegada y el primer baño taciturno del color. Ya fijo, gana voz propia, es nocturno y solar, rasga cualquier mirada, ríe en las murmuraciones, y en la cotidianidad es pieza sabrosa de zozobra. Está hecho a la medida de los ojos, quizá por eso Ava Gardner, diva del cine americano de los años 50 invocaba en su noche –sin importarle mucho los escapularios agrios de Francisco Franco, el caudillo en la España de los dolores-la ruta perdida entre el jerez y la coplilla  “del tatuaje ansioso de un marinero”. George Orwell los coleccionaba a viva visión en los cuerpos mimbrados de los mineros de carbón, Robert de Niro en el largometraje Cape Fear bajo las órdenes de Martin Scorsese derrochaba agallas cuando en sus antebrazos los tatuajes con instinto asesino se deslumbraban. Antes de desnudarse, Maud Adams modelo perfecta en la década del 80 mostraba en ruta prohibida al coxis, el anillo acerado de un pulpo preciso, obsceno, esculpido en lívido, como tatuaje sordo y fabuloso rematando su sexualidad.

Antes de todo esto, durante el siglo XVIII y principios del siglo XIX, los artistas del tatuaje desarrollaron la técnica de tatuaje Tebori para crear imágenes expresivas en el cuerpo humano.

Porque la técnica tiene esos orígenes, el método fue desarrollado sin maquinaria. La palabra tebori viene de una combinación de dos palabras japonesas: "te", que significa mano y "hori," que significa esculpir o tallar. Más atrás en el tiempo, la historia que conocemos se remonta a la Edad de Piedra. En 1991 se encontró en un glaciar de los Alpes austro-italianos, a un cazador de la era Neolítica; tenía 57 tatuajes en la espalda y fue conocido como. El Hombre de Hielo o como Ötzi. Antes de que fuera descubierta la momia del cazador, la persona tatuada más antigua fue la sacerdotisa egipcia Amunet adoradora de Hathor, diosa del amor y la fertilidad. Vivió en Tebas alrededor del 2000 A.C., y sus tatuajes, de un estilo muy similar o los de la momia del cazador, son lineales y simples con diseños de puntos y rayas. Para nosotros, los que llenamos la latitud y longitud alias El Nuevo Mundo las expediciones de Colón en América y del capitán James Cook a las islas de la Polinesia fueron el punto de partida del tatuaje hacia Occidente. En estas expediciones los marineros tuvieron contacto con los indígenas amerindios, con los maoríes y con otras tribus que les “enseñaron” el arte de tatuar. A su retorno, los marineros abrieron sus propios estudios de tatuaje y popularizaron esta disciplina entre los sectores populares. En 1846 se abre en Nueva York lo que aparentemente fue el primer estudio de tatuaje.

Y también, a no dudarlo, el tatuaje hizo su nombre en la Poesía.

José Ernesto Delgado Hernández lleva como mosaico unos expresivos tatuajes en sus brazos; brasa dimensional de una poesía caminante en fuego lento y de ahí al esplendor. Hay un centro de poesía fijo y en rumbo cimentado en una voz íntima, contemplativa, vivencial, hacia la trascendencia. Rumor de tatuaje que esboza un viaje de excelentes letras recogidas en su segundo poemario Tatuajes del  amor a la piel publicado por Casa de Los Poetas.

Su conversación es meliflua y acogedora. En este poemario se nos va llevando a los diversos parajes de la desnudez, la pertenencia, el alma, la soledad, abandono o ausencia. Cada poema habitado por sus correspondientes destinatarios se convierte en la voz de una poesía en confluencia hacia nuevos pálpitos, o se presentir una historia importe en nuestras letras nacionales.

Donde todo inicia comenzamos el trayecto; “bueno… francamente siempre fui algo aparte de los demás en la escuela y entre los amigos. Prefería estar en la casa escuchando los “cassettes” de música romántica. Hubo una época, ya para cuando yo tenía 14 años más o menos, donde  en la escuela me pagaban por escribir cartas de amor para las novias de los compañeros. De ahí, creo, fue que comenzó todo. Ya a partir de los 15 años en una mudanza, un viejo libro todo amarillento, sin portada, y remendado con “tape” me encontró y me puso de frente con la poesía. Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Ahí fue que dije wao esto me gusta. Y comencé a escribir mis rimas y alguno que otro poemita copiado jejeje. Pero sí, ese libro y el autor fueron el comienzo de mi vida con la poesía. Ese estilo melancólico de Béquer aún está impreso en mi poesía. Luego hubo otro encuentro con la poesía en la escuela superior cuando en un zafacón descubrí que alguien, por alguna rarísima razón había botado sobre 50 libros de José Angel Buesa, Poemas Prohibidos, quizás por el título. Ese encuentro fue definitivo para encaminarme hacia la poesía. Nunca me llegué a ver como un profesional, siempre tuve la certeza y la fantasía de que sería escritor, poeta, así con la barba, la boina viviendo la bohemia. Pasó, no sé, pero me disfruto el proceso.

Mis primeros poemas eran bastante clásicos y métricos. Eran rimas muchas veces sin sentido. Pero a medida que iba descubriendo nuevos poetas se iba ampliando la visión poética. Entonces, podría decirte que tanto la provocación y el motivo para escribir poesía fueron esos dos encuentros con Bécquer y José Angel Buesa. Luego vinieron los clásicos como Neruda, Julia de Burgos, Alfonsina. Pero ya entrado en más edad descubrí a Jaime Sabines y fue una maravilla ese encuentro junto con Pizarnik, Idea Vilariño y otros.  Mis temas son muy recurrentes, la mayoría están en la línea del amor y desamor. La soledad, soy un poeta muy nostálgico viajo mucho en los recuerdos o en los recuerdos que hubiera querido tener y no tuve, entonces los imagino. Ahora vamos tomando la vida y la muerte como temas, el tema existencial es otro que viene abriendo camino en mis últimos poemas. También está mi hija, Adriana, quien es una gran inspiración, pero duele un poco escribir de y para ella pues tengo que ver la vida que viene asomándose para ella, no su vida, la vida en el mundo, en este país…”

Encuentra un mismo rostro entre la poesía y la narrativa y también un asomo del paralelismo; “te diría que aunque no he trabajado la narrativa, considero que es fundamental, para mí, a la hora de escribir poesía. Algunos de mis poemas están escritos de manera narrativa. Yo leo ambos de ambos tomo ideas y me nutro y las utilizo a la hora de escribir. Claro que prefiero la poesía pero no por eso dejo de leer narrativa. Hay muchos textos narrativos que tienen voz poética y son muy ricos a la hora de leer. Como poeta me encamino más hacia la poesía. Pero sí, son aliadas poesía y narrativa.”

Sus comienzos, hacia dónde va, qué lo sostiene, su respuesta es existencial; “No sé decirte con certeza sobre mi trayectoria. Creo que al final del camino podría hablar de una trayectoria. Preferiría que mi hija sea quien hable de mi trayectoria. Si estoy haciendo una vida en la poesía, un camino, es por y para ella. Recuerdo que cuando comencé con esto de la poesía mucha gente me decía que de eso no se vivía, hoy les puedo decir que se equivocaron. He vivido de la poesía y ese el sueño más grande que he tenido. Otro sueño siempre fue viajar a otros países para conocer otros poetas y por gracia a la poesía pude viajar a Uruguay para un encuentro de escritores el año 2012. Exquisita experiencia. Ahora otro sueño siempre ha sido poder ir a Cuba y nuevamente he sido invitado por El movimiento de poetas del mundo para su 3er encuentro de poetas del mundo La isla en versos. Y ese es mi sueño eterno, viajar gracias lo que escribo, por aquello que una vez me dijeron que no me iba a dar vida. Tristezas, todos  los días tengo tristezas, ya te dije, soy un poeta nostálgico y melancólico y pues, la tristeza es una de mis preferidas. Dirán que es cursi o un cliché, pero lo cierto que es que me sostengo de tristezas y hasta las fabrico para escribir. Tal vez Bécquer tiene algo de culpa en ello.  Mi victoria es Adriana. Esa es mi mayor victoria en la vida. No tengo mayor deseo de victoria más que ella sea feliz y ser un ejemplo, no a seguir, pero si influenciando su crecimiento.  No cuento nada como derrota. Pero en fin, ¿qué es la derrota que no sea otro camino hacia el éxito?

En cuanto a tu pregunta sobre las lecciones aprendidas… Soy callado y cuando voy a las lecturas y encuentros observo y aprendo. Aún me falta un mundo por aprender. Pero si hablaría de alguna lección aprendida te diría que nunca es tarde para nada, que hay que ir siempre delante y de mi hija he aprendido a siempre sonreír, aunque me cueste y no sea muy alegre que digamos, pero ella me va enseñando”.

José Ernesto nos habla de su proceso creativo, ese histrión que callado va abriendo el surco y se desprende totalmente creado y dispuesto. Dos libros hacen el escenario por donde su poesía funde el sendero, senda dulce de la navaja, hacia el descubrimiento; “Bueno, te cuento que no llevo un proceso muy educado. Escribo, escribo y guardo. No suelo poner en orden cronológico nada de lo que escribo. En el caso de Bajo la sombras de las palabras eran poemas sueltos que según fueron creándose así mismo los sometí a Casa de los poetas. La mayoría los escribí en el trabajo, era mi manera de aislarme de todos en esas ocho rutinarias horas. Son poemas en plena evolución, en esos días de creación de Bajo la sombra de las palabras estaba transitando un torbellino emocional y están en muchos de los poemas los estragos de ese desastre emocional que terminó en poesía. Jamás llegué a pensar en publicar esos poemas, sinceramente. Fue algo curiosa la manera en que decidí publicar. Recuerdo que una tarde escribí un poema que para mí era “bueno” y gracias a las redes sociales tenía muchas direcciones electrónicas y envié ese “buen poema” algunos contactos, entre ellos Casa de los Poetas. Ahí, Zoé me hace el acercamiento para que le envíe un manuscrito que no tenía. Tuve que ponerme a leer y releer los poemas. Tuve miedo y me tarde como 3 o 4 meses en decidirme. Hasta que por fin accedí. Gracias eso hay 3 poemas del libro en una antología del movimiento aBrace en Montevideo Uruguay al que luego me invitaron al encuentro Celebración de las artes 2012. Ese libro me abrió muchas puertas y ventanas.

Tatuajes es un poemario más pensado y elaborado. Llevó el mismo proceso de escribir y guardar y según nacían así los presenté. Pero lo que hace la diferencia es que para estos poemas hice el ejercicio de imaginar alguna imagen para un título y de ahí partía a escribir.  Por eso tienen títulos los poemas a diferencia del primer libro que eran más un fluir de consciencia y que de alguna manera están los poemas ligados a la marca, los tatuajes que han sido de mi vida.

Los títulos de ambos poemarios están muy marcados en mí. El primero porque siempre he pensado que me he escondido mucho bajo la sombra de las palabras. Desde ahí aprendí a resistir los embates a morir y renacer aprendí a ser desde la palabra. En Tatuajes no vayan a creer que es tan obvio el título. Soy un fanático de los tatuajes pero en el transcurso de mis tatuajes, que son 17 y contando, me di cuenta de que todo es una marca en la vida. Desde el primer grito que dimos al nacer, un abrazo recordado después de años, una canción dedicada una mirada, un olor, una frase. Así fue que entonces titulé el libro Tatuajes del amor a la piel. Porqué no solo mis tatuajes son marcas que llevo en la piel que visto también llevo tatuajes en el alma y la memoria y el amor siempre será mi tatuaje favorito en la vida’’

Entonces,  ¿es el tatuaje símbolo compulsorio de visión y creación? ¿es elemento olvidado en la esencia humana?

“Fíjate, siempre he creído que todos somos tatuajes en este mundo, en las personas, en la naturaleza. No mucha gente cree que lo que hoy hicieron será una marca por el resto de sus vidas o en la de otras personas. Y el tatuaje es sin duda un símbolo de libertad, el recuerdo mismo es un tatuaje en la memoria. Sé que he dejado marcas en algunas personas, hoy me dedico mucho a dejar una marca indeleble en la memoria de mi hija, un tatuaje del que ella se sienta orgullosa de llevar.

Pero sí, la humanidad ha ignorado el significado de su esencia, de lo que hoy hablan o hacen que termina siendo una huella que después no recordaran. Con mi libro Tatuajes: del amor a la piel pienso redefinir el significado del tatuaje, de la palabra en sí que la gente oye y en muchas ocasiones la marginan. Quiero que con este libro los lectores entiendan que el tatuaje no es la marca que llevamos en la piel. Sino que cada ser humano es un tatuaje en la vida de los demás y así en adelante, quizás pensemos que lo bueno o malo que se hace o se deja de hacer termina por ser una marca en nuestra eternidad”.

Hace medida justa  a nuestro panorama literario y honra a los que le han ayudado a creer en su voz.

“La literatura del país se está encaminando a retomar su posición en el mundo literario. Hoy día se están abriendo nuevos espacios y programas que llevan el movimiento literario hacia sectores que no necesariamente están al tanto de su significado. Aún queda camino, pero hay muchos haciendo espacio para los que estamos surgiendo en este ambiente. Hay que seguir colaborando con los amigos que están tratando de sacar la literatura de los salones de los eruditos. Hay que dársela al pueblo, a los estudiantes no como otra materia de estudio, si no como una opción profesional. Tenemos que llevar la literatura a las barriadas, los residenciales hacerla entretenida.

Ya mucha gente reconoce los festivales que se vienen celebrando a través de los pasados años y los esperan. Muchos escritores internacionales están viendo en Puerto Rico una plaza cultural que está resurgiendo y también tenemos escritores del patio que están llevando la voz literaria del país fuera de los límites del “100x35”. Nos queda camino pero nos sobran las ganas de hacer de la futura sociedad una más cultural y amante de la literatura y el arte. Conmigo tienen un aliado, un soldado de letras”.

“Quiero agradecerte el haberme invitado a formar parte de este ciclo de entrevistas. Realmente no soy de hablar mucho y esto de las entrevistas me es raro, es nuevo para mí. Pero estoy muy contento con la invitación. Quiero aprovechar para agradecer a quienes me han ayudado para llegar hasta aquí y más adelante. Primero a mi madre, Iris Hernández que siempre ha estado ahí apoyándome. Gracias a ella y su tenacidad en querer llevarme por el camino correcto en mis menudos años. Gracias a ella soy el hombre de hoy. Gracias al poeta José Manuel Solá que desde 1997 me extendió su mano y su amistad. Solá ha sido un gran maestro para mí, no tan solo en la poesía si no en reconocer la verdadera humanidad y amistad. También a mi compañera Lisandra Robles que ha estado a mi lado en este pasado año y en el presente. Ha sido de mucha motivación para asistir a las lecturas que me han invitado y en la preparación de mi nuevo libro, además de ser una fuente en mis nuevos poemas. Y por último, que hoy no sabrá que la mencioné pero en algunos largos años sabrá que de ella es mi mundo. Gracias a mi hija Adriana mi eterna inspiración a ser un mejor hombre y ser humano”.

El poeta sonríe luego de la entrevista; su victoria es su voz, y el ser originario  de poesía que lleva consigo. Creo que sonríe porque sabe que es capaz de lanzarse a todo gran comienzo, confiado.

Y de brújula, luego de su ser y su alma, un tatuaje a fuego lento. ¿Por qué no?