Lo oportuno de ser oposición en Puerto Rico

Justicia Social


Nos seguimos preguntando si el modelo de democracia que nos ofrece el territorio colonial de Puerto Rico es el que deseamos todos y todas como boricuas. Esto lo preguntamos en el contexto del gobierno oficialista del Partido Popular Democrático, el cual advino al poder político el pasado 6 de noviembre de 2012, y juramentaron el término el 2 de enero de 2013. Luego de un año, ¿tenemos una mejor vida democrática entre estado y los ciudadanos? Presumo que la contestación dependerá de cada quién, dónde se inserte en el proceso político de la isla. No obstante, para algunos indicadores hay que ser un tanto más objetivo, y examinar indicadores particulares en torno a la democracia en general y democracia participativa en particular.

A manera de ejemplo, tomo dos ejemplos: Las Fiestas de la Calle San Sebastián; y por otro lado la crisis económica y la relación del país con los bonistas, es decir los prestamistas al gobierno, y las casas acreditadoras que evalúan la capacidad de crédito del estado. Estos dos ejemplos nos sirven para matizar el proyecto de vida democrática al cual hemos aspirado y que los políticos de turno o la cultura política dominante nos lo limitan.

En cuanto a las Fiestas de San Sebastián, las cuales se celebran el tercer fin de semana de enero, la crítica que se le hacía al anterior alcalde, Jorge Santini, era su falta de cultura democrática y lógica impositiva en las decisiones. Nos preguntamos, bajo la nueva alcaldesa, Carmen Yulín Ortiz, ¿esta práctica en torno a las Fiestas de San Sebastián, se ha superado? La contestación es en la ambigua. Para unas cosas hubo más apertura, para otras, aún podemos afirmar que carecemos de un modelo adecuado de vida democrática participativa.

En cuanto al manejo de la deuda de Puerto Rico con los bonistas, y las casas acreditadoras, vemos que el estado, por vía del gobierno central que dirige Alejandro García Padilla, se ha cerrado a negociar entre su equipo de trabajo y los acreedores o evaluadores del crédito. La participación popular, del pueblo, si alguna ha sido en apariencia inexistente. En otras palabras, ¿la deuda de sobre 71 mil millones de dólares se puede resolver entre un grupo de 5 a 10 personas? No nos parece.

Ahora bien, ni los gobernantes nos ofrecen nuevas formas y prácticas de vida democrática, ni nosotros hemos hecho propuestas concreta del tipo de democracia que deseamos. Creo que aquí yace el impase. En particular la oposición de los llamados campamentos independentistas, soberanista y de izquierda, los cuales muchos participan tanto en el gobierno central como el municipal de San Juan, han hecho poco por criticar, de forma constructiva o no, públicamente a los gobernantes.

¿Podríamos aspirar a un tipo de democracia mejor que la que tenemos? Aspiremos a ello. Forcemos a nuestros gobernantes a creer y practicar la democracia participativa. Que la oposición de izquierdas, independentistas y soberanistas sean los que dirijan este proceso de democratización.