Debate sobre posible alza en salario mínimo es un déjà vu a lo Yogi Berra

Política

El Presidente Obama en su último discurso ante el Congreso norteamericano anunció su intención de proponer un nuevo salario mínimo federal. Los salarios mínimos federales tienen vigencia en el territorio norteamericano de Puerto Rico. Aparte de dos proyectos de ley que ya están sometidos en ambas cámaras congresionales, Obama dijo que por orden ejecutiva les subiría el salario mínimo a aquellos empleados que tenían contratos con el gobierno federal. El debate en la nación norteamericana sobre una posible alza en el salario mínimo comenzó muchos meses atrás; Obama lleva tiempo hablando de su intención de subir el salario básico. En Puerto Rico comenzaron los pronósticos de debacle económico a todo vapor al día siguiente del discurso.

La intención del presidente es que el congreso apruebe legislación estableciendo, por etapas, un nuevo salario mínimo por hora. Específicamente, estamos hablando de un eventual mínimo de $10.10 la hora. Los legisladores del Partido Republicano elevaron el grito al cielo, poniendo en duda que Obama tuviera la autoridad para mediante orden ejecutiva elevar el mínimo para los empleados bajo contrato federal.

Que los republicanos se quejen podría describirse como tradicional. Darle el visto bueno a un alza en el salario básico no es una actitud republicana. En Puerto Rico, varias organizaciones, como la Asociación de Industriales, han advertido sobre la posible pérdida de empleos que causaría el alza del salario mínimo del actual $7.25 la hora. Sé que la Isla está en crisis económica, y que lo ha estado por los últimos siete años, y, por ende, hay que atender las opiniones de asociaciones profesionales como esta y especialmente, el Centro Unido de Detallistas, que agrupa medianos y pequeños negocios. Pero, la voz de Yogi Berra, el famoso receptor y luego piloto de los Yankees de Nueva York, me llena los oídos. Hasta el día de hoy se cita (burlonamente) a Berra cuando describió el resultado de una serie beisbolera como un “déjà vu all over again”.

Las quejas las repiten los mismos actores cada vez que viene el alerta de un alza en el salario básico. Y debo añadir que la aprobación de la legislación propuesta al respecto no es totalmente segura: los republicanos tienen control sobre la Cámara de Representantes, y una vigorosa minoría en el Senado federal. La prédica republicana es que el mercado dicte los salarios. Aunque, más que en años anteriores, entiendo las quejas de los gremios industriales, no me convencen sus argumentos. Si bien hay quien advierta sobre el efecto en los costos operacionales de un negocio, existen excelsos economistas que sostienen que un alza en el salario mínimo ayudaría a la economía al otorgarle mayor salario a aquellos que apenas tienen.

La pregunta medular para mí es ¿quién vive con $7.25 la hora? Si estamos hablando de familias, tendríamos que aceptar que los obreros que trabajan por ese salario necesitan ayudas gubernamentales. Obama ha denunciado la creciente brecha entre los que tienen mucho y los que tienen poco en la sociedad norteamericana, observación que está más que documentada en los Estados Unidos y Puerto Rico. ¿Qué es lo próximo, establecer al dedillo la costo-eficiencia de un salario mínimo irrisorio acompañado de ayudas federales y uno que le ofrece a los pobres un poco más de dinero? Las advertencias de que van a desaparecer empleos debido a una alza en el salario básico han probado ser falsas en el pasado, y honestamente, tengo que pensar que probarán ser falsas durante estos tiempos. La justicia social, que muchos desprecian como una política del pasado, no debe de ser un concepto que quedó atrás en el pasado siglo. Me excusan, pero creo firmemente que todo trabajador se merece un sustento justo. El salario mínimo es la manera del capitalismo de evitar revoluciones. ¿Dije demasiado?