Pedro Adorno Irizarry: teatro bajo agua, sol y sereno

Cultura

altHabía llegado aproximadamente media hora antes de la cita prevista. Así que entablé una interesante conversación con Luis, músico y compositor, sobre el arte, la mirada del espectador y algo acerca de la visualización creativa y los universos paralelos. Luego de esa charla en la que me dispuse a ser más una consciente oyente -lo que contaba Luis tenía especial importancia para mí en estos procesos actuales de creación personal- ya estaba lista para continuar escuchando. Esta vez al artista Pedro Adorno Irizarry en su amplio taller, rodeado de máscaras, cabezudos. Y es que por una cuestión más de percepción que de evidencia científica sentía que debía poner toda mi atención en el sentido de la escucha cabal. Así dio inicio la entrevista sobre el arte y el teatro de calle, tomando como eje el próximo evento de Circo Fest a llevarse a cabo este fin de semana en la calle San Francisco en el Viejo San Juan.

Rememorando a su abuela, Ramona Marrero, Adorno Irizarry hizo alusión al nombre del grupo de su iniciativa junto a Cathy Vigo, Agua, Sol y Sereno, para evocar la conciencia que ha mantenido el colectivo desde hace 20 años de realizar teatro “llueve, truene o relampaguee”. “Es una lógica de agua, sol y sereno, que eso aguanta todo y viene también con el contexto del aire libre como un principio del trabajo que hacemos. Es una influencia directa de dos áreas: del trabajo del teatro social y político de América Latina y del trabajo del grupo con el que mi esposa y yo vivimos tres años, que es el Bread and Puppet (Theatre) allá en Vermont que hace muchos trabajos al aire libre”, comentó.

El también gestor cultural, quien destacó el influjo del trabajo de sus padres como organizadores comunitarios en su propia gestión, detalló la misión de Agua, Sol y Sereno de llevar el teatro a los lugares donde generalmente no llega. Y esto, enfatizó, no es exclusivo de las comunidades, los barrios o los sectores marginados, sino de otros sectores más aventajados económicamente que no necesariamente participan del teatro puertorriqueño o que mediante el arte no se aproximan a la realidad del País.

De esta manera, quise conocer su opinión respecto al desarrollo y el panorama actual de las artes de calle en Puerto Rico. “El público nuestro ha estado acostumbrado a vernos más en el Festival de Claridad, en las Fiestas de la calle San Sebastián, en la calle haciendo Una de cal y una de arena gratis que pagando $30 0 $40 por el trabajo. Eso nos crea un problema de sustentabilidad. Eso quiere decir que el teatro de la calle, que es lo que nosotros respetamos y amamos tanto como hacerlo en Bellas Artes o el (Teatro) Tapia, lo hacemos con la misma seriedad, con la misma búsqueda, la misma entrega”, expresó antes de proseguir. “Se ha ido intentando crear un público que nos sigue, que está dispuesto a pagar y sabe la diferencia cuando tú estás pagando por un trabajo nuevo o cuando tú estás haciendo algo que en el repertorio tiene muchos años y la gente sabe que es una continuidad”.

Siguiendo con la conversación me pareció sumamente acertada la relación que expone Adorno Irizarry acerca de la calle como la galería más accesible a las personas. “Este festival (Circo Fest) es uno con un principio bastante radical porque es un principio en el que la gente (los artistas) va a recaudar los chavos a través del sombrero”, afirmó para pasar a explicar su visión sobre este particular.

“Es algo que nosotros casi nunca usamos. No porque no entendamos el principio porque lo hicimos en Europa y en Estados Unidos cuando trabajamos con el Bread and Puppet (Theatre) sino porque en Puerto Rico no necesariamente hay una buena relación con el sombrero. A la conclusión que yo he llegado es que un país que ha vivido de la PRERA, la PRA, los cupones, los fondos federales, como limosna, hay una relación extraña con la limosna y no se ve eso (la labor del artista de calle) como trabajo, como honra”, puntualizó y dejó saber que ese intercambio entre el artista y el público es fabuloso y que el sombrero se puede plantear como un juego en el que la gente más que pagar por si lo gustó un espectáculo o no, lo hará dependiendo del dinero que tenga, sus recursos, lo que vea primero.

De este modo, el artista aludió asimismo a la cultura del “peseteo” en la que aun cuando seamos consumidores voraces procuramos insertarnos en la economía de lo gratis. “Es complicado el neoliberalismo y el capitalismo feroz que Puerto Rico vive. Se ha convertido todo en una relación de negocio y en ese sentido, el idealismo nuestro, a pesar de no tener la sustentabilidad, ha venido a través de acuerdos, contratos y contrataciones, venta de piezas de repertorio, talleres, y no necesariamente de la taquilla directa, nos ha liberado también a nosotros del “peseteo”.

Por su parte, el teatrero hizo hincapié en la importancia que ha tenido el voluntariado y la disposición de tantos artistas de la música, la plástica, la actuación, entre otras áreas, en la labor de Agua, Sol y Sereno que de igual manera se fundamenta en esa colaboración, en un intercambio energético, con la consigna siempre de los integrantes del colectivo de querer vivir de su trabajo sin abandonar el taller de creación. “Tú pasabas de la universidad y tenías que aceptar la triste realidad que ibas a dejar de experimentar artísticamente, ibas a tener que hacer cosas con concesiones comerciales para poder comer. Nosotros nos negamos a eso y estamos negados a eso”, agregó para manifestar que “nos toca a nosotros construir, es decir, en Puerto Rico no existía una conciencia de que era posible que un grupo de teatreros viviera de su trabajo y siguiera experimentando, teniendo un contacto directo con los carnavales, la calle”.

Ahora que Agua, Sol y Sereno estrenará la obra Auch, la historia del miedo en la que una niña cuenta acerca de los sobrevivientes de un lugar en donde se come y se respira miedo y se provocan miedo unos a los otros, el sábado 15 y el domingo 16 de febrero en el Circo Fest, Adorno Irizarry mantiene que lo esencial es el arte, su calidad, los contenidos y la pertinencia y la relevancia de estos en el Puerto Rico actual y como seres espirituales. “En Puerto Rico hace falta mucha más discusión sobre el aspecto estético, los procesos y cómo esos procesos tienen una reverberación”, dijo.

También, el artista conversó acerca de lo que considera detuvo el interés del arte de calle como la implantación de los códigos de orden público que limita el uso de las plazas. “Pienso que hace falta cuestionar los códigos de orden público y, por otro lado, como toda sociedad organizada y a la medida que sean más los grupos, estos se tienen que organizar porque tiene que haber una política pública de cómo utilizar los espacios”, concluyó.

Así me despedí del taller de creación de este artista con la sensación de que faltaba mucho más por hablar y yo mucho más que aprender.