Breves en la cartografía cultural: Alfredo Carrasquillo Ramírez o el arte de ser fiel a sí mismo y no esclavo

Cultura

Más allá de su gestión como director del Instituto de Liderazgo, Empresarismo y Ciudadanía en la Universidad del Sagrado Corazón, Alfredo Carrasquillo Ramírez ha sido, durante las últimas décadas, uno de los principales promotores del desarrollo del psicoanálisis en Puerto Rico. Su experiencia ha sido valiosa para un País que, en muchas ocasiones, ofrece limitadas alternativas para quienes necesitan de profesionales en el campo de la salud emocional. Tras más de 20 años vinculado, de una forma u otra, a la práctica psicoanalítica, Carrasquillo Ramírez se encuentra en estos momentos recopilando sus ensayos en torno a la disciplina. Por tal motivo, y aprovechando su escaso tiempo libre, conversamos con él acerca de la importancia que tiene este método de investigación y práctica terapéutica en nuestros días.

A continuación, en Breves en la cartografía cultural, ofrecemos un adelanto de la misma. En este fragmento el psicoanalista Alfredo Carrasquillo Ramírez reflexiona en torno a una pregunta medular: ¿por qué el psicoanálisis continúa siendo pertinente, necesario, en el siglo XXI? Y esto fue lo contestó:

Alfredo Carrasquillo Ramírez: Yo te diría que es interesante el momento histórico que estamos viviendo. Si lo quieres ver en un campo como el de las ciencias y la medicina con respecto al estudio del ser humano, desde ese terreno. Es un momento interesante en que el gran desafío, el gran ámbito de descubrimiento,  se da en las neurociencias. Las neurociencias están descubriendo que muchas de las cosas que Freud dijo en el siglo XIX y comienzos del XX, sin él poderlas estudiar y probar como los científicos, tuvo razón en ellas. Es fascinante ver cómo una disciplina que comienza un siglo antes, es ahora validada por muchos de los grandes descubrimientos de la neurociencia.

La gran contribución que hace el psicoanálisis es abrir todo otro campo para la comprensión de la condición humana, que es lo que Freud sintetiza en el concepto del inconsciente. Freud abre todo una comprensión de lo que él mismo va a llamar: la otra escena. En esa dirección, hay una metáfora hermosísima que una colega quebequense utiliza, refiriéndose a la Ópera de París. Lo que ocurre en el escenario de la Ópera de París está condicionado o determinado, o controlado, por lo que ocurre en la otra escena de la Ópera de París, que es todo el andamiaje de máquinas que hay debajo del escenario, (cambio de escenografía y demás); todo está sucediendo por debajo. La gente no ve lo que está aconteciendo a ese nivel, pero lo que ocurre arriba está determinado por eso. Y esa es una metáfora perfecta de lo que Freud llama el inconsciente, porque, obviamente, lo que está ocurriendo arriba está determinado o condicionado por lo que está ocurriendo abajo. Y eso sigue siendo hoy un elemento fundamental sobre el que la ciencia, por más que avanza, no ha podido dar cuenta. Hay todo un terreno de la experiencia humana del cual la ciencia, por más que intente dar cuenta de ella, fracasa. La ciencia no tiene posibilidad de explicar y el psicoanálisis sigue siendo un gran recurso para dar cuenta de eso, para dar cuenta de otra mirada.

Por ejemplo, la psiquiatría, la psicología, la medicina, se han quedado atrapadas en la lógica de ‘patologizar’, de controlar y de tratar de identificar o corregir patologías, con el objetivo de entregarlas a la industria farmacéutica. Creo que el último paso en esa dirección es la nueva versión del ‘Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales’  (conocido como el DSM, por sus siglas en inglés) en el que se ha hecho evidente que se busca que casi todo el mundo sea diagnosticado con algo, porque de ese modo tú justificas la utilización de fármacos con casi todo el mundo, y es el festín de la industria farmacéutica y la obligación de los planes médicos de tener que cubrir todos esos medicamentos. El psicoanálisis toma distancia de eso, y toma distancia de los afanes de ‘patologizar’. Creo que una de las grandes contribuciones del psicoanálisis en los últimos 50 años ha sido una comprensión de la psicosis y de las perversiones, no como patología, no como desviaciones, no como enfermedades, sino como otras formas de ser un ser humano.

Y entonces el planteamiento es decir, no es que unos seres humanos tienen enfermedades y otros no. Los seres humanos tienen distintas estructuras psíquicas posibles y cada una de esas estructuras psíquicas: la neurosis, la perversión o las perversiones, la psicosis, son rutas o vías posibles; elecciones que tiene el ser humano para insertarse en el lazo social, insertarse en la vida con los otros. Y no se trata de verlas como unas mejores que otras, sino como formas distintas.

Y como decía un gran maestro, más que una práctica científica, el psicoanálisis es ante todo una práctica ética. Una práctica ética que propone a los seres humanos una forma distinta de vivir, en la que siendo fieles a sus propios deseos, no vivan entregados a la esclavitud de responder a las demandas de los otros. Eso en una sociedad capitalista, de economía de mercado, entregada a la obediencia de las demandas sociales, es una práctica que conserva su valor transformador, su valor revolucionario.