La Excepción al Éxodo

Cultura

"Me voy de aquí". "Me cansé". "No puedo más". "Esto no tiene solución". Esas y muchas otras son las expresiones de miles de puertorriqueños y en especial jóvenes profesionales que deciden irse de Puerto Rico en busca de mejores oportunidades. Se entienden y se ven obvias las razones para abandonar el barco o mejor dicho cambiar de barco, pero, ¿lograrán conseguir su objetivo? ¿Valdrá la pena un cambio en estilo de vida, o quizá "pasar las de Caín" en otro país que no es el de uno? ¿Si gente pensante, educada y con ganas de progresar se van, quién enderezará a nuestro país? ¿Lograrán la tan deseada felicidad? ¿Regresarán en algún momento de su vida? Las respuestas las dará el tiempo.

Aún recuerdo cuando partí de Puerto Rico hacia los Estados Unidos a continuar mis estudios post doctorales. Mientras el avión despegaba y alcanzaba altitud, veía cómo me iba alejando de MI tierra, y como si el evento no fuera lo suficientemente nostálgico, escuchaba en mi mente (como si fuera música de fondo) la canción En mi Viejo San Juan, y remarcaba en mi cabeza el verso: "…me voy (ya me voy), pero un día volveré, a buscar mi querer, a soñar otra vez, en mi Viejo San Juan…", pero esperando no correr la misma suerte con la que culmina la canción. Extraña sensación era cuando venía de visita; sintiendo como si todo, incluyendo los objetos, estuviesen esperando mi regreso. Luego, el final de la visita se hacía manejable solo pensando en mi próximo pasaje al país. En fin, no me había ido, y ya pensaba cuándo volvería.

Hace ya dos años de mi regreso a Puerto Rico luego de mi entrenamiento, y verdaderamente no me quejo de todo lo que he logrado aquí. ¿Por qué regresé? Quería estar con los míos, ya me aborrecía la videoconferencia y el clima, regresé por mi familia, porque no me veía casado y criando hijos fuera de mi país, no sentía pertenencia, me sentía como forastero en un pueblo del viejo oeste. Desde que regresé trabajé en diferentes pueblos ejerciendo mi profesión y sirviendo al pueblo puertorriqueño. Luego con esfuerzo abrí mi propia oficina, la cual va en crecimiento, y al mismo tiempo soy catedrático auxiliar de la Universidad de Puerto Rico.

No critico a quienes se han ido, solo explico el por qué me he quedado. Tampoco puedo negar que me ha pasado por la mente la pregunta: "¿Cómo me iría si me voy a otro país?". Pero luego pienso en todas las cosas que mi país me ha dado y me da, y me siento orgulloso y contento de estar en mi HOGAR, y de tener a mi pueblo, mi cultura, mi familia, mis palmeras, en fin, mi patria. Tengo poco, pero con esas cosas tengo mucho.

Sin duda vendrán tiempos difíciles y tiempos de cambios en nuestro país, pero tengo esperanza de que las cosas en Puerto Rico mejoren. Quiero tener la oportunidad de disfrutar de esos momentos de avances y sentir que fui parte y contribuí para ello. El optimismo es lo último que se pierde, espero no perderlo para siempre. Creo en Puerto Rico.