El miércoles pasado dio inicio, bajo el mandato y liderato del presidente venezolano Nicolás Maduro, la primera cumbre en torno a una Comisión de la Verdad ante los disturbios que han afectado a dicho país caribeño y latinoamericano en las pasadas dos semanas. La iniciativa constituye una forma, a partir del Estado, de controlar o administrar de una manera inclusiva la presente situación por la cual atraviesa. No es una mala idea.
Las comisiones de la verdad, las cuales se han multiplicado en el planeta ante situaciones que han creado disturbios sociales, se iniciaron con los juicios de Núremberg luego de la Segunda Guerra Mundial y han continuado hasta nuestros días. Tal vez, la Comisión de la Verdad más famosa es la de África del Sur, la cual lideró el fenecido presidente Nelson Mandela, bajo la dirección inmediata del arzobispo anglicano Desmond Tutu. El valor de las Comisiones de la Verdad es explorar de forma concertada algún evento o sucesos que hayan afectado al colectivo dentro del Estado nacional, y donde se parte de la premisa que no hay buenos ni malos, sino personas que participaron de una forma u otra de un evento lamentable para el país.
En el caso de Venezuela, y como ha sido una práctica consistente en muchos países, los miembros de la llamada oposición no necesariamente han participado de la iniciativa. No obstante, su ausencia de participación no los habrá de eximir, si ese es el caso, de vincularlos y hacerlos responsables con los hechos acaecidos en este país caribeño y latinoamericano.
Lo que ha sido interesante de la Comisión de la Verdad que se ha establecido en Venezuela, y como apuntara el presidente Maduro ante la ausencia de los partidos de oposición, es el hecho que la misma está dirigida a miembros de la sociedad civil y el Estado. La idea es que todos los sectores participen. Lo otro interesante de Venezuela, es que contrario a la percepción que los medios de prensa corporativos han marcado, el Gobierno de dicho país ya arrestó a más de ocho miembros de las fuerzas de seguridad implicados directamente en la muerte de algunos manifestantes. En otras palabras, la Comisión de la Verdad atenderá lo que pasó, aunque el sistema de justicia criminal de Venezuela ya está procesando a los responsables de ambos lados de los disturbios.
En esta medida, creemos que se le debe dar una oportunidad a la Comisión de la Verdad de Venezuela. Quizás de la misma forma que las Cámaras de Comercio de dicho país lo han hecho, las cuales están participando en la Subcomisión de la Verdad en torno a los asuntos económicos.
No sabemos cómo terminará la presente situación en Venezuela. Pero cada día que pasa consolida nuevamente el orden constitucional, afianza al Gobierno en el poder y todo indica que le devuelve un sentido de tranquilidad a la población. Ya veremos.
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