Obama, el gran deportador

Política

Ya la prensa reporta que el Gobierno del presidente norteamericano, Barack Obama, deporta trabajadores ilegales a un ritmo nueve veces mayor que hace 20 años. Estamos hablando de un total aproximado de casi dos millones, una cifra que sobrepasa a los deportados bajo ningún presidente anterior. A la misma vez está tratando de lograr una nueva reforma de inmigración que pisa y no arranca.

El aparato de deportación y todo su engranaje cuesta más que todas las otras iniciativas federales anti-crimen combinadas. No hay más que leer la prensa estadounidense para enterarse de historias de horror, como la de la deportación de un adulto que llegó de niño con sus padres a territorio norteamericano. Muchas veces los deportados son gente que por haberse criado en los Estados Unidos dominan más el inglés que el español. Hace un tiempo, el New York Times, señaló, que el influjo de indocumentados, quienes llegan mayormente a través de México, estaba aumentando de nuevo después de estabilizarse en los previos tres años. Actualmente, se dice que hay sobre 11 millones de ilegales en los Estados Unidos. No sé si esa cifra incluye a Puerto Rico, un territorio norteamericano, donde anteriormente hubo un gran influjo de inmigrantes dominicanos “sin papeles”.

Por supuesto, la prensa de derecha como el infame Washington Times, que no se puede confundir con el liberal Washington Post, aprovecha la controversia --una manchada de prejuicio contra los latinos-- para rendirle tributo a un juez en Texas que fustigó a agentes federales por haber facilitado la entrada ilegal de niños cuyos padres “sin papeles”, que  los esperaban en algún punto de la nación. Sentenció el buen juez que ya ha visto cuatro casos en que agentes de inmigración han facilitado la entrada de estos menores. La nota está escrita para causar “shock” e indignación. Después de todo una reportera de esta gacetilla dijo en CNN que para mantener la “americanidad” de su nación, esta siempre debería tener una mayoría caucásica.

Por supuesto, existen varios grupos como el Federation for American Immigration Reform que insisten que estos trabajadores ilegales le arrebatan los trabajos a los ciudadanos norteamericanos. Yo vivo en San Juan, y he vivido buenos períodos en los Estados Unidos continental. En la ciudad de Nueva York, para tomar un ejemplo, ha habido un alza dramática de trabajadores mexicanos. Los veo trabajando en restaurantes y almacenes, llevando trabajos duros que me atrevo a apostar nadie más quiere. Los dominicanos en Puerto Rico trabajan duro, a veces en dos y tres trabajos. Y es que el mercado los necesita y los puede absorber.

De interés es un artículo acabado de publicar por el prestigioso Christian Science Monitor sobre un sondeo que indica que la mayoría de los norteamericanos favorece que los trabajadores no documentados se queden en el país si cumplen con unos requisitos para legalizar su estadía. Sin embargo, solo 46 por ciento está de acuerdo con que estos se conviertan en ciudadanos. Por supuesto, los encuestados que se pronunciaron miembros del Partido Demócrata, mostraron ser más receptivos a la legalización del estatus de esos trabajadores, mientras una mayoría de aquellos  que votan por el Partido Republicano favorecen que las autoridades lleven a cabo más deportaciones. Para el que subscribe, este también es un issue económico. Sé que un país tiene derecho a proteger sus fronteras, pero un afán desmesurado por botar a una gente que aporta a la economía nacional no es la solución adecuada. Ese afán divide familias. Para complicar el asunto las autoridades están reacias a darles permiso de trabajo a talentosos graduados universitarios extranjeros para que se puedan quedar en los Estados Unidos a aportar con su conocimiento.