Puerto Rico en crisis y el Tercer Cine

Cine caribe


La teoría del Tercer Cine fue un movimiento cinematográfico conceptualizado para la década del mil novecientos sesenta y principios de los setenta, que representaba un levantamiento contra las injusticias perpetradas por gobiernos represivos en Latinoamérica, una región norteña de África y otra en el sur de Asia. Su nombre hacía alusión a los llamados países tercermundistas de ese entonces, originarios de tal tendencia. Los responsables de estampar dicho término fueron los cineastas argentinos Fernando Ezequiel Solanas y Octavio Getino, quienes en su manifiesto titulado Hacia el tercer cine definen el movimiento como un colectivo militante firmemente opuesto al neocolonialismo y al sistema capitalista. A su vez, estos también establecen y distinguen como “primer cine” al producto comercial, escapista de Hollywood y “segundo cine” como la idea europea de autoría o expresión personal (resaltada por la Nueva Ola de cine francés); visiones con las cuales no estaban de acuerdo. Este era un proyecto que buscaba inspirar acción en las masas oprimidas para así rearticular las naciones aplicando fuertes dosis con altos sentidos de identidad y comunidad. Fue una respuesta a una crisis compartida de un tiempo y espacio.

Resulta casi inadmisible para un puertorriqueño no encontrar algo de sí en filmes como La Batalla de Argel o La hora de los hornos cuando estos exponen con precisión tajante las mismas o similares circunstancias vividas. Ejemplos de esos paralelismos hay por un tubo y siete llaves: la exclusión de la arena internacional, falta de voz y seria representación, inmigración por razones económicas, persecución por ideales políticos, la insistencia del colonizado en asimilarse al colonizador, la inclinación del colonizador en tildar al colonizado de incapaz, ignorante y salvaje como medio de subrayar su aparente superioridad, entre otros. La diferencia fundamental relacional es que en este país no hemos logrado salir de nuestra cápsula de tiempo, una burbuja anestesiante y embrutecedora.

En la actualidad se menciona con mucha frecuencia que atravesamos por tiempos de crisis cuando en realidad los habitantes de esta isla llevamos en crisis desde casi ya quinientos veintiún años. Nos han distraído de ese hecho con medidas como baile, botella y baraja, lujos vacíos y embelecos de la posmodernidad. Lo que cambia es la forma que va tomando y demostrando la crisis; sea evidente o tapada, sea recogida por textos o se haya convertido en páginas arrancadas y olvidadas. Agraciadamente, en este momento que nos ha tocado vivir han surgido varios esfuerzos colectivos (muchos de ellos artísticos) que, al igual que el Tercer cine; se han dado la tarea de asumir responsabilidad para doblar el lomo y meter las manos en el mismo medio del mogollero. Estos hacedores de patria que día tras día se alzan con el mismo empeño que el cántico madrugador de un gallo, que luchan para romper con las cadenas que imposibilitan cualquier noción de progreso; estos son la transición lógica, nuestra respuesta a la crisis. Hermanas y hermanos borincanos, en palabras de Frantz Fanon (que sirvieron de introducción al manifiesto de Solanas y Getino): “hay que inventar, hay que descubrir.”