La belleza de este poemario combina el verbo del Poeta de la Imagen, Guillermo Arróniz (1977), quien también ha publicado como Guillermo Arróniz López, y las imágenes de los cuadros de maestros de la pintura comoRubens, Tiziano, El Greco, Ribera, Zurbarán, Velázquez, Jordán, Goya, Madrazo, y las esculturas, alguna anónima, o, de Bartolini, Solá, Rossi, Benlliure, entre otros. No sólo en el acto de écfrasis, o descripción poética de una obra de Arte; sino también en la reflexión en verso del devenir de los sujetos retratados. La maestría de la palabra de Arróniz López en este libro podría considerarse como una de sus mejores obras literarias rayando casi en una pequeña obra maestra. Sobre todo si se toma en cuenta que el poeta ha venido hace años escribiendo todo un corpus de revival de los poemas del Siglo de Oro Español en reescritura contemporánea, pero mirando a un pasado que se nos ha quedado brillantemente suspendido en sus letras, en libros como De verso en Greco (2015) y Mi fe desnuda (2019). Hay aquí ecos de Boscán, Garcilaso, Herrera, Góngora, Quevedo, Sor Juana, pero re-contextualizados en una forma lúdica donde el hablante lírico reescribe y continúa esa larga tradición hispánica hasta el siglo XXI. Es como si en un episodio de la famosa serie El Ministerio del Tiempo se hubiera quedado atrapado en nuestra época uno de esos poetas áureos y ese es Guillermo Arróniz López.