Como indica el título de este artículo, no pretendemos hacer una historia de la independencia de México, de la cual se han escrito muchos y muy buenos libros. Esto apenas pretende ser un esbozo que ayude a la compresión del conjunto de aquellos complejos acontecimientos a quien desee compartir estas modestas páginas. 

Se trata de un esquema interpretativo desde una óptica marxista que enfoque el acontecimiento no como usualmente lo trata la historia oficial, que lo proyecta desde la ña“nación”. Lo que hoy entendemos por ese concepto, no como se entendía en aquella época, que lo presenta como una lucha preconcebida para la instauración de estado nacional independiente. Enfoque que se repite en toda Hispanoamérica. La cabal comprensión de los hechos se logra, no partiendo de un supuesto proyecto de nación, sino desde la lucha de clases, en la que diversos sectores sociales se enfrentaban por proyectos distintos de Estado 

Nuestro esquema visualiza aquellos acontecimientos como una revolución en toda la extensión de la palabra, en el cual los objetivos iniciales de los actores no necesariamente coinciden con lo que termina sucediendo al final; proceso que inicia con modestas demandas democráticas y se va radicalizando conforme los sectores dominantes se resisten a reformas elementales. 

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           El pasado 1 de enero de 2021 se cumplió el 62 Aniversario del triunfo de la Revolución Cubana. Su importancia y trascendencia en el desarrollo de los acontecimientos de América Latina, el Caribe nos impone la necesidad de una reflexión pormenorizada de este acontecimiento en sus sesenta y dos años de desarrollo. Más allá de tal impacto a escala regional y global, también nos impone la necesidad de evaluar esta Revolución a la luz de su impacto nacional en nuestra realidad como puertorriqueños. Después de todo, más allá de los lazos históricos que nos unen con el pueblo cubano, la década de 1950 en la cual se desarrolla la Revolución Cubana, también guarda estrecha relación con el nuevo modelo de dominación estadounidense sobre Puerto Rico y los efectos para ambos pueblos tuvo la llamada Guerra Fría. En tal sentido,  recordemos que el Caribe también fue escenario de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

            Cuba, al igual que Puerto Rico fue “descubierta” por Cristóbal Colón durante su segundo viaje a las Indias Occidentales, hoy América. Sus primeros años de desarrollo bajo el mandato español transcurrieron políticamente hablando de manera análoga a como fueron los primeros años en la colonización de Puerto Rico. A diferencia de Puerto Rico, cuya extensión territorial y ubicación geográfica favorecía más al desarrollo de una plaza militar que resguardara para España las rutas de navegación a través del Caribe desde y hacia el Sur y Centro América; las características de Cuba, rica en extensión geográfica respecto a Puerto Rico, con tierras llanas y fértiles, propició en esta el desarrollo de grandes latifundios inicialmente españoles y luego propiedad de criollos. Cuba, a diferencia de Puerto Rico que se desarrolló como una plaza militar para España, constituyó una plaza política desde el punto de vista de la administración gubernamental de España para sus territorios en el Caribe, a la vez que accesible a las rutas marítimas desde México y el sur de los Estados Unidos de América a partir de 1789.

            Ya desde 1823, estando aún en desarrollo los procesos de independencia en América del Sur, el Presidente estadounidense William Monroe había proclamado su doctrina expansionista en la cual se concebía que cualquier ruptura de Cuba o Puerto Rico con España, como una “ley natural” debería  llevar a estas islas al regazo de Estados Unidos. Según dicha doctrina, América era para los americanos como se denominaban ellos, con exclusión del resto de América del Sur, América Central o las potencias europeas. Su otra doctrina, la del Destino Manifiesto, convocaba a los Estados Unidos por parte de la Providencia Divina, a convertirse en el poder político hegemónico en este hemisferio

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El 9 de enero de 1964 estallaron 60 años de contradicciones sociales, políticas y culturales acumuladas por el sistema colonial de la Zona del Canal. Ese día saltó por los aires el estado tutelado en que se había convertido Panamá desde 1903. Aquel acontecimiento marcó un punto de quiebre de la política norteamericana en Panamá. 

Ese día eclosionó la experiencia acumulada del pueblo panameño, dirigida por sus sectores más combativos, que habían enfrentado la presencia colonial imperialista durante décadas. Acontecimiento de tal magnitud que obliga a reiterar dos afirmaciones axiomáticas, que se pasan por alto constantemente: 

La primera es que ese día hubo una verdadera revolución popular antiimperialista en Panamá. La segunda, esta sublevación popular fue nuestra verdadera gesta por la independencia nacional del siglo XX.  

El 9 de Enero no fue una protesta más en la larga lista de movilizaciones populares panameñas contra la presencia norteamericana. Por su masividad, combatividad y heroísmo popular fue una revolución, en todo el sentido legítimo de la palabra, y constituyó un verdadero salto adelante hacia la independencia nacional del tutelaje colonial.  

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Existen seres humanos que contagian inspiración y provocan indeleble admiración no por lo que son, saben o poseen  si no por la genialidad que habita en su corazón, tal genialidad es el de ser solidario con los más desprotegidos de la sociedad, qué sin importar la crisis que se vive en el presente ellos hacen hasta lo imposible por brindar apoyo incondicional. En muchos países del mundo la pobreza es extrema, miles de niños y ancianos mueren de hambre, millones de personas por todo el mundo no tienen acceso a una educación de calidad por lo tanto desconocen el genuino encanto tecnológico.

La vida del ser humano tiene unos misterios inexplicables, a continuación enumero algunas preguntas que  constantemente escuchamos o leemos   y qué penosamente no tienen coherentes respuestas: ¿cómo es posible que un multimillonario le deje su fortuna a un perro o a un gato? ¿cómo es posible que gastes miles de dólares por hacerte una cirugía estética? ¿cómo es posible que un empresario, o un artista derroche su dinero en lujo, cuando a sus empleados los explotan y le pagan una miseria?  ¿como es posible que muchos políticos de turno sean unos adictos a la corrupción, deberían de ser adictos a trabajar para el desarrollo colosal de la patria? No quiero extenderme con más preguntas, suficientes interrogantes para meditar en la desigualdad e injusticia que se vive por todo el mundo, claro, en algunos países se vive con mayor acento.

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La 42 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, o más bien la avanzada no competitiva de un evento que realmente tendrá lugar en marzo, transcurrió con las limitaciones impuestas por la pandemia. El Festival nos trajo, como siempre, sus grandes y pequeñas películas, enmarcadas en algunas de sus tradicionales secciones no competitivas como Panorama Latinoamericano y La hora del corto.

Presentes en el Panorama Latinoamericano, o lo que es lo mismo, excluidas de la competencia. Aunque se presentó como un filme británico, se rodó completamente en Cuba, con actores y temáticas de la Isla, Mambo Man, codirigida por el realizador británico-iraní Mo Fini y el multipremiado músico cubano Edesio Alejandro. También pude apreciar el regreso a las grandes pantallas cubanas del muy recordado Héctor Medina, con El último balsero, que codirigieron desde Miami los jóvenes Carlos Rafael Betancourt y Oscar Ernesto Ortega.

Con una narración y visualidad indecisas entre el drama realista en torno al valor de las pequeñas cosas, y el prospecto turístico, musical y costumbrista sobre las provincias de Granma y Santiago de Cuba, Mambo Man pareciera una oda al emprendedor a través del improbable personaje de JC, combinación bizarra de agricultor, empresario, comerciante, promotor de música cubana, esposo, padre, y amigo de sus amigos.

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Se nos convoca a ofrecer nuestros comentarios en torno al tema Hostos, religión y moral: su concepto sobre la religión, su postura personal en torno a la misma, la relación entre religión y moral,  ello a partir de la exposición hecha por el Dr. Carlos Rojas Osorio en el programa radial Voz Alternativa. El privilegio que da el que sea precisamente Rojas Osorio quien en su  ensayo La filosofía en Hostos, introduce al lector al Volumen IX, Filosofía, Tomo I del Tratado de Moral de las Obras Completas de Eugenio María de Hostos, Edición Crítica, nos permite anticipadamente proponer algunos comentarios al tema.

En el ensayo, bajo el sub tema Moral natural o de la religión, Rojas Osorio indica que “los deberes ‘naturales’ son para Hostos, deberes religiosos”. Esto es así, señala, porque “lo que su moral natural enseña es la ligazón entre la dependencia del hombre con la ‘causa desconocida’ de todas la cosas.”  Sin embargo, más adelante, el propio autor nos indica que Hostos no deja de tener “oscilaciones más o menos violentas” con respecto a este tema de la religión, y en específico, “con respecto a la existencia de una causa primera.”

Indica Rojas Osorio, citando de Hostos,  al respecto lo siguiente:

“No puede negarse que exista una Causa Originaria de la naturaleza y de nosotros mismos; pues esto sería tanto como negar la realidad efectiva del principio de la causalidad.”

Señala que Hostos al referirse a esa “causa primera” utiliza varios “epítetos”: “causa desconocida, causa de las causas, causa primera, lo absoluto, lo absoluto incognocible.” Nos aclara, sin embargo, que tal causa próxima o causalidad no significa en Hostos el concepto de Dios que conocemos. Señala que para Hostos, “ninguna religión es la verdadera”; que para él, todas son “interpretaciones humanas de la causa originaria.” Concluye señalando, que si para Hostos “ninguna religión es la verdadera y todas son meras interpretaciones, entonces no cabe ningún dogmatismo, intolerancia y mucho menos fanatismo.” Por esto, nos dice, para Hostos “ni el fanatismo religioso ni fanatismo ateo” son aceptables; para él sólo es aceptable o válida “la tolerancia fundada en la libertad de todas las religiones o creencias sobre la base de que no se puede afirmar nada de la causa desconocida.”

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Desde que el Gobierno Antiguo originario indígena, que funcionó durante siglos en nuestra tierra antes de la ilegal invasión española, fue restaurado en el 2012 por un grupo amplio de ciudadanos boricuas, se comenzaron a crear las bases jurídicas y políticas del Estado Nacional Soberano de Borinken.  Nadie en su sano juicio y que haya estudiado un poco de nuestra historia sería capaz de negar que aquí hubo un gobierno autóctono que estuvo vigente durante siglos.  Para la época de la usurpación de nuestra tierra por parte de la Monarquía de España (1493), ese gobierno estaba dirigido por Agüeybaná I o el Viejo.  Luego de la muerte de éste le sucedió Agüeybaná II, también conocido como el Joven.  Tampoco debe caber ninguna duda que ambos fueron fieles defensores de su pueblo y que trataron por todos los medios de evitar la pérdida de su territorio a manos de los castellanos.  Los dominios administrativos del gobierno indígena de Borikén llegaban desde la isla de la Martinica hasta el sector del Higüey en Quisqueya, constituyendo una gran federación antillana.  Hoy día, nosotros somos los herederos directos de nuestros antepasados indígenas y, por lo tanto, dueños legítimos de nuestra tierra; el archipiélago borinqueño.  

            Si partimos del derecho internacional vigente en la época de la colonización española, todo lo que éstos hicieron en nuestra patria fue ilegal, porque en esa época existía lo que se conoce como el “Principio de la Guerra Justa”.  Esta doctrina establecía que ningún país podía invadir a otro excepto por causas justas y éstas se circunscribían básicamente a dos cosas: 1. Que un país sufriera una invasión extranjera injustificada y 2. Que ocurrieran hechos que pusieran en riesgo la soberanía de cualquier país.  Este principio todavía está vigente y es por eso que cuando surgen conflictos entre dos o más naciones, se presentan resoluciones en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas para que ese cuerpo evalúe la situación pertinente y autorice o no una intervención militar en cualquier lugar. 

            En el caso nuestro, los españoles violaron ese principio, que fue establecido por El Vaticano, con el fin de evitar las guerras entre los reinos cristianos y de protegerse contra invasiones extranjeras.  Fue un concepto inicialmente creado por teólogos y juristas con el fin de aplicarlo a las diversas situaciones políticas que se generaban en Europa.  Es por esto que antes de consumada una guerra hay que definir lo que se conoce como Ius ad bellum, es decir la guerra justa.  De no existir una causa justa para iniciar una guerra (Casus belli), la misma es ilegal y, por lo tanto, no procede ningún reconocimiento internacional de la misma.  Éste fue el caso de la segunda guerra de los aliados de la OTAN, dirigidos por los Estados Unidos, contra Irak e igualmente contra Libia y Siria.  Todas estas invasiones y ataques han sido ilegales, por lo que no cuentan con el aval de la ONU.    

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Me comentaba hace 6 meses un pastor americano, que se paraba con la paciencia de Job, frente al parque del indio, ubicado frente al mar en el Condado con su estante lleno de panfletos, y con sus ganas de hablar, de su experiencia de más de 50 años viviendo en PR. Aproveche para preguntarle cuáles creía fueron los cambios fundamentales que él había visto en PR, y me impresionó su conocimiento del pueblo.   Y me comentó cosas que creo son complementarias a lo expuesto por Eduardo Lalo en su columna semanal en la prensa comercial. 

Me habló de los puntos de droga y la violencia; pero sobre todo abundó en el vertiginoso y dramático cambio que sufrió Santurce , cuando se construyó Plaza las Américas. Y abundó desde esa misma experiencia de caminante Santurcino  cuando ´él observaba una ciudad vibrante con muchas tiendas locales, cuadra por cuadra, de ropa, de joyería, de deporte, de restaurantes etc , muchos de ustedes las recordarán. Hablaba del entra y sale de las personas comprando, de revendones en las esquinas.  Sin embargo, todo ese bullicio y ajetreo cotidiano fue desapareciendo poco a poco, como la vela del santísimo, y cambio cuando se construyó el Centro Comercial de Plaza las Américas.  Según su experiencia, y concuerdo, vio como una a una de las tiendas se fueron eliminando a través de toda la Avenida Ponce de León, desaparecieron. Se las llevó por medio el centro comercial de Plaza las Américas.  

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