Allá para el 2009 la vi por primera vez. Sola era una cachorrita bóxer recién nacida. Era la más bonita de la camada de cuatro perritos, tenía marcas blancas en su pecho, cara y patas. Mi amiga Migdalia, con quien hacía años había establecido una alianza hermanada por estos animales, me llamó para ofrecerme un cachorrito. Ella me dijo, escoge a cualquiera menos a Sole Mio, esa me la quedo. Sole Mio, pregunté, sí como la canción italiana, así mismo se llama.
Pasaron varios años y Migdalia nuevamente se comunicó para ofrecerme a Beto, el macho de la camada, que para ese entonces tenía cinco años. Me dijo que lo había tenido que rescatar de sus dueños porque lo maltrataban. Ella no podía quedarse con él porque tenía a Sole y Shakira (la mamá de la camada), y se iba a mudar a un apartamento. Era el 2014, mi vida había dado otro giro y me estaba mudando a un nuevo vecindario donde necesitaba la protección de un perrazo como Beto, así que acepté, pero le dije que si se iba a mudar a un apartamento que también me diera a Sole Mio. Luego de pensarlo accedió. Beto murió de cáncer de tiroides al año siguiente.