A Juan.
No sé su nombre; nunca lo mencionó ni tampoco le pregunté. Tan pronto vio que guardaba en mi bulto el libro que estaba leyendo sobre las clases de literatura que Cortázar impartió en Berkeley, me preguntó si yo estudiaba. Le dije: ''Sí; literatura". Abrió los ojos y me dijo: "Qué sueño; eso fue lo que quise estudiar siempre, pero nunca me atreví".