Con esta novela poética de historias de insomnios, Ana María Fuster Lavín se consagra como una escritora del gótico caribeño. Esto ya lo habíamos degustado, tanto en su otra novela ‘cuentada’ Réquiem como en su libro de cuentos Bocetos de una ciudad silente. En (In)somnio la dualidad Ana/Soledad le sirve de leit motiv a la narración, así como otros personajes clave (el triángulo formado por Pedro-Aura-Cristián o el viejo Pancho Quenepo, especie de Caronte isleño o Lamia y Nosferatu) sientan la pauta para un relato de pasión, tanto amoroso como erótico, que entre la realidad y la fantasía es una expresión que dialoga con los mejores maestros del género. Hay ecos de John Donne, Edgar Allan Poe, Stephen King (en los epígrafes que enmarcan el libro), y también del maestro Howard Phillips Lovecraft, Anne Rice, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik y Oliverio Girondo o de las series Grimm de la cadena NBC, The Vampires Diaries de la cadena CW y de la saga Twilight. Nos recuerda al mejor Horacio Quiroga y sus cuentos de locura, de amor, y de muerte. Y así los seres de la noche, los vampiros, los ángeles, y los espantapájaros, pululan por las calles de una ciudad llamada San Juan, apalabrados en el (In)somnio de Ana María Fuster Lavín.