Tengo curiosidad por saber por qué a la gobernadora le ha dado por designar el domingo, y no cualquier otro día de la semana, como día de claustro. Pienso eso tiene que ver con la influencia de la religión católica, así como de otras muchas religiones cristianas, donde el domingo es el día de recogimiento y alabanzas. Es una forma impuesta por el gobierno para que los domingos sean unos de pura intimidad familiar.
En esta pandemia, estimo que cualquier día de la semana da igual. Las restricciones de movilidad y el cambio dramático en la interacción social y económica ha sido de trescientos sesenta grados. Llevamos ya seis meses desde que nuestras forma de vivir cambió de forma radical. No hay certeza de cuándo se podrá volver a retomar con “algo” de normalidad nuestras vidas diarias.
La incertidumbre se ha venido a acomodar en nuestras camas como si fuera un nuevo compañero. Se han perdido muchas vidas. Ha cambiado la economía. Han cerrado muchos negocios. El desempleo va en incremento. Estamos acostumbrados a una cultura extremadamente consumista, de gratificación rápida, de intolerancia, del “multi-tasking” donde se esperan resultados inmediatos o se es ineficiente. La tecnología ya se había apoderado del globo terráqueo, aunque siempre con resistencia de algunos. Sin embargo, el Covid-19 nos ha obligado a que el internet y la comunicación virtual desde múltiples plataformas se haya convertido, de un día a otro, en la forma de comunicación global.